- Distinguir si el sobrecalentamiento se debe a malware, suciedad o fallos de hardware evita daños graves en el equipo.
- Revisar temperaturas, ventiladores, pasta térmica y rejillas es clave para mantener el PC frío y estable.
- Un uso alto de CPU en reposo y procesos extraños pueden indicar virus o minado oculto de criptomonedas.
- La combinación de buen mantenimiento físico y antivirus actualizado alarga la vida útil del ordenador.
Un ordenador que se calienta más de la cuenta puede ser una auténtica pesadilla: el ventilador suena como un avión, el equipo va lento, se cuelga o incluso se apaga solo. En ese punto la duda típica es clara: ¿se está calentando por culpa de un virus o simplemente por suciedad y mala refrigeración?
Aprender a distinguir entre un problema de malware y uno físico (polvo, mala pasta térmica, ventiladores defectuosos, etc.) es fundamental para no cargarte el equipo antes de tiempo. Vamos a desgranar, con calma pero sin rodeos, todas las causas habituales de sobrecalentamiento, las señales de virus, cómo comprobar temperaturas y qué hacer paso a paso para que tu PC vuelva a ir fresco y fino.
¿Puede un virus hacer que mi ordenador se caliente demasiado?
Sí, el malware puede disparar la temperatura del ordenador. Ciertos tipos de virus y programas maliciosos se dedican a explotar la CPU o la GPU al máximo, ejecutando procesos ocultos en segundo plano que nunca verás a simple vista, pero que exprimen el hardware sin piedad.
Un caso muy típico son los mineros de criptomonedas: malware diseñado para usar tu procesador o tu tarjeta gráfica para minar monedas como Monero. Para ti, eso se traduce en el procesador siempre al 80-100 %, ventiladores a tope, el portátil ardiendo y la batería cayendo en picado, incluso aunque solo tengas abiertas unas pocas ventanas del navegador.
Este tipo de malware hace que el equipo esté permanentemente forzado, como si condujeras el coche todo el rato en la zona roja del cuentarrevoluciones. A la larga, eso reduce la vida útil de la CPU, la GPU y hasta de la fuente de alimentación, además de poner en riesgo tus datos, tus contraseñas y tu privacidad.
Una pista clave de que el calor puede venir de un virus es que el ordenador se calienta incluso en reposo, sin juegos, sin programas pesados abiertos y sin tener el equipo en un entorno caluroso. Si el uso de la CPU es muy alto cuando no estás haciendo casi nada, algo raro pasa.
Otros síntomas de que el problema puede ser un virus
El sobrecalentamiento suele ir acompañado de otros signos de infección. No basta con que el PC esté caliente: hay muchas pistas adicionales que te pueden indicar que la causa es un malware y no simplemente polvo o mala ventilación.
Lentitud repentina en todo el sistema: el equipo tarda una eternidad en arrancar, los programas se abren a cámara lenta y las tareas sencillas hacen que la CPU se dispare. El malware puede estar chupando recursos en segundo plano, ya sea minando criptomonedas, participando en una red de bots o espiando tu actividad.
Calor y ruido constantes incluso con uso ligero: si el ventilador suena fuerte, el chasis quema al tacto y apenas estás navegando, puede haber procesos ocultos consumiendo CPU a tope. Un juego exigente puede calentar el PC, claro, pero no es normal que eso pase solo por tener el escritorio de Windows y el navegador abiertos.
Ventanas emergentes, anuncios y pestañas que se abren solas: si empiezan a aparecer pop-ups raros, barras de herramientas en el navegador que tú no has instalado o el buscador cambia sin tu permiso, es muy probable que tengas adware o algún tipo de malware metido en el sistema.
Cuelgues, pantallazos y reinicios inesperados: una carga anormal de trabajo por culpa de un virus puede hacer que el sistema se vuelva inestable, se bloquee y se reinicie. Esto también se da con fallos de hardware, pero si se combina con anuncios, procesos raros y cambios en el navegador, el sospechoso principal es el malware.
Avisos del antivirus o bloqueo del propio antivirus: si tu solución de seguridad te avisa de infecciones, no hay más misterio. Pero muchos virus modernos intentan desactivar el antivirus, impedir que se actualice o incluso bloquear el acceso a las webs de antivirus. Si no puedes abrir tu antivirus, no se actualiza o las páginas de seguridad no cargan, malo.
Cómo comprobar si el calor se debe a un virus o a procesos ocultos
La forma más sencilla de empezar es revisar el uso de CPU y procesos en segundo plano. Con eso puedes ver si el procesador está siendo exprimido sin que tengas nada pesado abierto.
En Windows, abre el Administrador de tareas (Ctrl + Shift + Esc o clic derecho en la barra de tareas > Administrador de tareas) y ve a la pestaña de Procesos. Fíjate en:
- Uso total de CPU: en reposo, con solo el escritorio y quizá alguna ventana, lo normal es que ronde entre un 5 y un 20 %.
- Procesos concretos que se llevan gran parte del pastel: si ves uno con un nombre raro o desconocido al 80-100 %, sospecha.
También conviene revisar la carga por núcleo. En el Administrador de tareas puedes activar la vista por núcleos. Si ves uno de ellos fijo al 100 % mientras el resto están tranquilos, puede que haya un troyano o minero agazapado usando un hilo concreto del procesador para pasar más desapercibido.
Si quieres ir un poco más técnico, puedes usar la terminal de Windows (PowerShell o Símbolo del sistema) con un comando como:
tasklist /fi "status eq running"
para listar todos los procesos activos. De este modo verás qué se está ejecutando aunque el Administrador de tareas no responda demasiado bien.
Si todo apunta a un virus (CPU alta en reposo, procesos raros, anuncios, cambios en el navegador), llega la hora de usar un buen antivirus o antimalware: soluciones como Microsoft Defender, Malwarebytes, AVG, Avast, Bitdefender, Panda Dome, ESET, etc., pueden ayudarte a detectar y limpiar el sistema.
Causas físicas: suciedad, mala ventilación y problemas de refrigeración
No todo sobrecalentamiento es culpa de un virus. De hecho, en muchísimos casos el responsable es algo tan sencillo como el polvo, una mala colocación del portátil o un ventilador medio muerto. Antes de volverte loco con el malware, conviene revisar la parte física.
La mala ubicación también influye muchísimo, sobre todo en portátiles. Usarlos sobre la cama, un cojín, una manta o tus propias piernas tapa las rejillas de entrada y salida de aire, con lo que el calor se queda atrapado dentro. En sobremesa, colocar la torre dentro de un mueble cerrado o en el suelo, pegada a polvo y pelusas, es otro clásico.
Los ventiladores defectuosos o saturados de suciedad son otra fuente de problemas. Si el ventilador hace ruidos extraños (clics, roces, zumbidos fuera de lo normal), acelera y desacelera de forma errática o directamente no gira, el sistema no puede expulsar el aire caliente como debería.
La temperatura ambiente también cuenta. En verano, con la habitación demasiado caliente o el portátil al sol, el sistema de refrigeración parte con desventaja. Si además hay polvo o mala ventilación, el cóctel para el sobrecalentamiento es perfecto.
La pasta térmica y la instalación del disipador
Entre la CPU y su disipador hay un componente clave: la pasta térmica. Es una sustancia que rellena las microimperfecciones entre las dos superficies para que el calor se transmita bien del procesador al disipador y, de ahí, al aire.
Si has puesto demasiada pasta térmica, puede que se desborde por los lados, no haga buen contacto e incluso, si es conductora, cause problemas eléctricos. Un pegote enorme no refrigera mejor; al contrario, puede empeorar la transferencia de calor.
Si te has quedado corto con la pasta térmica o está mal repartida, quedarán huecos de aire entre el procesador y el disipador, lo que también se traduce en más temperatura. En estos casos, la CPU se calienta enseguida, incluso con cargas moderadas.
Con el tiempo, la pasta térmica se degrada, se seca y pierde propiedades. En ambientes calurosos o equipos que trabajan muchas horas al día, puede ser recomendable cambiarla cada cierto tiempo. Muchos fabricantes prometen varios años de vida útil, pero como regla práctica, un reemplazo anual o cada dos años es una buena idea en PCs exigentes.
La instalación del disipador también es crítica. Si no está bien sujeto, si no hace buena presión sobre la CPU, si te has dejado el plástico protector en la base o lo has montado girado, el contacto no será correcto y la temperatura se disparará.
Disipador insuficiente, suciedad extrema y refrigeración líquida
A veces el problema es que el disipador simplemente no da la talla. Muchos equipos OEM y PCs “baratos de supermercado” montan disipadores mínimos, pensados para salir del paso con procesadores básicos y sin margen para calor extra. Si pones un procesador de gama media o alta con un disipador de stock muy flojo, es fácil que las temperaturas se vayan arriba.
Si ya has revisado pasta térmica, montaje y ventilación y aun así la CPU sigue muy caliente, plantéate invertir en un disipador mejor, ya sea por aire (con más masa de aluminio y cobre y ventiladores de calidad) o en una refrigeración líquida todo en uno (AIO) si el presupuesto lo permite.
Cuando el disipador está lleno de mugre, su capacidad para disipar calor cae en picado. El polvo se pega a las aletas de aluminio y a las aspas del ventilador, se compacta con el calor y se convierte en una capa aislante que impide que el aire haga su trabajo.
Para una limpieza a fondo del disipador, lo ideal es desmontarlo y limpiarlo fuera de la caja, ayudándote de aire comprimido y, si hace falta, de un cepillo suave o un paño de microfibra. Si lo limpias montado, corres el riesgo de que la porquería acabe en la placa base u otros componentes.
En sistemas con refrigeración líquida AIO, la bomba es el corazón del circuito. Si falla, el líquido deja de circular, el radiador no disipa y la CPU se dispara de temperatura en cuestión de segundos. Muchos kits AIO tienen software que permite ver las RPM de la bomba: si la velocidad es muy baja o salta de valores de forma errática, puede que la bomba esté tocada y toque cambiarla.
Bracket, presión del disipador y sensores de temperatura
La presión con la que el disipador o el bloque de agua aprietan contra la CPU también influye. Si el bracket o el sistema de anclaje hacen poca presión, el contacto térmico es pobre; si hacen demasiada, pueden doblar ligeramente la placa base o incluso el propio procesador, empeorando el contacto en otras zonas.
En algunos sockets modernos se han visto problemas de curvatura y presión, como en ciertas placas con socket LGA1700. En esos casos, existen refuerzos o marcos específicos que corrigen la presión, evitan que el procesador se arquee y mejoran las temperaturas.
Los sensores de temperatura internos de la CPU son los que le chivan al sistema cuándo debe bajar frecuencias (throttling) o incluso apagarse para evitar que el chip se fría. Si esos sensores vienen defectuosos de fábrica, la CPU puede no reaccionar a tiempo y apagar el equipo de golpe ante cualquier carga fuerte.
Si al lanzar un juego o una aplicación pesada el PC se apaga en seco, sin pantallazo azul ni aviso, con un pico brusco de ruido del ventilador justo antes, podría ser un fallo de sensores o de protección térmica. En esos casos, si la máquina está en garantía, lo más sensato es tramitarla, porque a nivel de usuario poco se puede hacer.
Rejillas de ventilación, flujo de aire y ubicación del equipo
Todas las rejillas de ventilación de la torre o del portátil tienen un cometido claro: dejar entrar aire frío y expulsar aire caliente. Si las tapas con muebles, telas, polvo o simplemente las ahogas en un hueco sin espacio, el calor se queda dentro.
En un sobremesa, evita meter la torre en un mueble cerrado sin al menos unos buenos huecos para que circule el aire. Colocarla directamente en el suelo, donde se acumula el polvo, tampoco ayuda: el equipo tragará toda la suciedad y la llevará al interior.
En portátiles, huye de cojines, colchas y sofás. Al bloquear las entradas de aire de la base, la temperatura sube muy rápido. Es mejor usar siempre el portátil sobre una mesa, un soporte o al menos una superficie rígida que no obstruya las rejillas.
La temperatura de la habitación también juega su papel: si usas el PC cerca de un radiador, calefactor o bajo un sol directo, el aire que entra en el equipo ya llega caliente, por lo que el margen que tiene el sistema de refrigeración para trabajar se reduce mucho.
Un buen flujo de aire interno (ventiladores metiendo aire fresco por el frontal/bajo y expulsándolo por la parte trasera/superior) ayuda a mantener no solo la CPU, sino también la GPU y el resto de componentes en una zona segura de temperatura.
Overclock, software exigente y exceso de procesos
Si tu procesador o tu gráfica están overclockeados (frecuencias por encima de las de fábrica), el consumo y el calor aumentan. Si no has dimensionado bien el sistema de refrigeración, lo notarás enseguida en forma de temperaturas altas, ruido y bajadas de rendimiento cuando el sistema hace throttling para protegerse.
En muchos casos, la solución pasa por deshacer el overclock y volver a los valores base, o incluso aplicar un ligero undervolt para reducir voltaje y calor sin perder apenas rendimiento. Eso sí, conviene saber lo que se hace para no comprometer la estabilidad.
Los programas muy exigentes por naturaleza (juegos con gráficos al máximo, edición de vídeo, render 3D, software CAD) hacen sudar a cualquier equipo, aunque esté limpio y libre de virus. En estos casos es normal que el PC se caliente más, pero dentro de unos rangos razonables.
Demasiadas apps y pestañas abiertas al mismo tiempo también suman. Cada pestaña de Chrome o Firefox consume RAM, procesos y algo de CPU. Si te plantas con decenas de pestañas y varias apps pesadas abiertas, el sistema puede sobrecargarse y calentarse.
Además, las aplicaciones colgadas o que no responden se quedan atrapadas consumiendo recursos sin avanzar. Cerrar estas apps desde el Administrador de tareas y desinstalar software que no usas ayuda a rebajar trabajo a la CPU y, por extensión, la temperatura.
Cómo limpiar físicamente el PC y mejorar su refrigeración
Una buena limpieza interior hace milagros. Para un sobremesa, lo ideal es apagar el equipo, desconectarlo de la corriente, abrir la caja y usar una lata de aire comprimido para expulsar el polvo de ventiladores, disipadores, fuente y rincones.
Si tienes acceso a los ventiladores, puedes desmontarlos y limpiarlos con un cepillo suave antiestático o un paño de microfibra ligeramente humedecido con alcohol isopropílico. Deja secar todo bien antes de volver a montar y enchufar.
No olvides las rejillas frontales, superiores e inferiores, así como los filtros antipolvo si tu caja los trae. Si no los trae, puedes colocar filtros magnéticos en las entradas de aire para reducir la cantidad de suciedad que entra al interior.
En portátiles, la limpieza es algo más delicada, pero muchas veces basta con soplar aire comprimido por las rejillas (manteniendo el ventilador con algo que lo bloquee para que no gire a lo loco) o, si te ves con soltura, abrir la tapa inferior y limpiar internamente con cuidado.
Volver a aplicar pasta térmica en la CPU y, en algunos casos, en la GPU, también puede ayudar mucho si la antigua está seca o mal aplicada. Eso sí, requiere desmontar el disipador y saber cómo limpiar la pasta vieja y poner la nueva en la cantidad justa (tamaño de un grano de arroz o un guisante suele ser suficiente).
Cómo comprobar y vigilar la temperatura del procesador
Para saber si el PC se está calentando más de lo normal, lo mejor es usar herramientas de monitorización de temperatura como Core Temp o alternativas similares que muestren la temperatura de cada núcleo de la CPU en tiempo real.
Con este tipo de programas puedes ver la temperatura en reposo (debería estar bastante por debajo de los 60 ºC) y bajo carga (juego, render, etc.). Como regla general, por encima de 80-85 ºC de forma sostenida la cosa ya empieza a ser preocupante para la mayoría de CPUs de escritorio.
Otra opción es mirar la temperatura desde la BIOS/UEFI. Para ello, reinicia el PC, entra en la BIOS pulsando la tecla correspondiente (F2, Supr, Esc, F12… depende del fabricante) y busca la sección de monitorización de hardware, donde suele mostrarse la temperatura de la CPU.
Si ves que la CPU va siempre al límite incluso con tareas sencillas, o se dispara en cuanto abres algo ligero, está claro que hay un problema que puede ser de suciedad, pasta térmica, ventilación… o un virus exprimiendo el procesador.
Para los más avanzados, las pruebas de estrés con herramientas como Prime95 permiten ver hasta qué punto aguanta la CPU bajo carga máxima y cómo evolucionan las temperaturas. Eso sí, conviene tener la refrigeración en condiciones antes de hacer estas pruebas para no forzar de más.
Virus, malware y su relación directa con el calor
Muchos tipos de malware afectan directamente al rendimiento y al calor del equipo. No solo hablamos de mineros de criptomonedas, sino también de troyanos, gusanos, spyware, adware y ransomware que ejecutan procesos en segundo plano.
Los troyanos pueden dar acceso remoto a tu PC, permitiendo a un atacante usar tu máquina para tareas que consumen recursos sin que te enteres. Un gusano que se replica por la red también puede saturar CPU y disco mientras se propaga.
El spyware, además de robar datos, puede registrar pulsaciones de teclado, capturas de pantalla y tráfico de red de forma constante, lo que incrementa la carga del sistema. El adware, con sus anuncios y ventanas emergentes, añade más procesos y consumo de memoria.
El ransomware no suele calentar tanto el equipo durante el cifrado como para freírlo, pero mientras cifra grandes cantidades de datos sí puede forzar CPU y disco durante un tiempo prolongado.
Sea cual sea el tipo de malware, una práctica recomendable es desconectar el equipo de Internet, arrancar en modo seguro y pasar un análisis completo con un antivirus de confianza. Si el problema es grave y el sistema está muy dañado, puede hacer falta restaurar desde copia de seguridad o incluso formatear.
Buenas prácticas para evitar que el PC vuelva a calentarse de más
Mantener el equipo frío y estable no es cuestión de un solo día, sino de costumbre. Un mantenimiento mínimo pero constante alarga de forma brutal la vida útil de tu PC y reduce las posibilidades de sustos por virus o por calor.
Algunas pautas sencillas pero efectivas son: limpiar el polvo del interior cada pocos meses, no tapar las rejillas, usar el portátil sobre superficies rígidas, revisar de vez en cuando las temperaturas y vigilar que el uso de CPU en reposo sea bajo.
En el terreno del software, conviene desinstalar programas que no uses, optimizar Windows 11, limitar las apps que se inician con Windows, cerrar pestañas y procesos innecesarios y mantener sistema operativo, controladores y aplicaciones siempre actualizados.
La seguridad también forma parte de la ecuación térmica: tener un buen antivirus activo, escanear periódicamente el sistema, desconfiar de adjuntos y descargas de origen dudoso y evitar webs sospechosas reduce mucho la probabilidad de acabar con malware drenando recursos.
Combinando un mínimo de higiene física (limpieza, buena ventilación y pasta térmica en condiciones) con hábitos seguros y software al día, lo normal es que tu ordenador se mantenga en temperaturas razonables, sin ruidos exagerados, sin apagones raros y sin calentones que pongan en riesgo tu hardware ni tus datos.
Tabla de Contenidos
- ¿Puede un virus hacer que mi ordenador se caliente demasiado?
- Otros síntomas de que el problema puede ser un virus
- Cómo comprobar si el calor se debe a un virus o a procesos ocultos
- Causas físicas: suciedad, mala ventilación y problemas de refrigeración
- La pasta térmica y la instalación del disipador
- Disipador insuficiente, suciedad extrema y refrigeración líquida
- Bracket, presión del disipador y sensores de temperatura
- Rejillas de ventilación, flujo de aire y ubicación del equipo
- Overclock, software exigente y exceso de procesos
- Cómo limpiar físicamente el PC y mejorar su refrigeración
- Cómo comprobar y vigilar la temperatura del procesador
- Virus, malware y su relación directa con el calor
- Buenas prácticas para evitar que el PC vuelva a calentarse de más