Mojo vs Python en rendimiento: la batalla por la IA rápida

Última actualización: 20 de noviembre de 2025
  • Python domina la IA por su ecosistema, pero el GIL, el tipado dinámico y el intérprete lastran el rendimiento.
  • Mojo, sobre MLIR, ofrece compilación, paralelización real y compatibilidad con librerías de Python.
  • Modular unifica runtimes para PyTorch y TensorFlow, con aceleraciones y cuantización integradas.
  • Speedups enormes (Mandelbrot, SIMD) son posibles; el reto es llevar esa ventaja a producción y múltiples hardwares.

Comparativa de rendimiento entre Mojo y Python

El debate Mojo vs Python en rendimiento está que arde porque toca el corazón de la IA moderna: velocidad real, facilidad de uso y soporte de hardware. En los últimos años han aparecido cifras de aceleración que, sobre el papel, parecen de ciencia ficción, pero tienen detrás cambios profundos en compiladores y en la forma de ejecutar código en CPUs, GPUs y aceleradores de IA.

En este artículo reunimos, con pelos y señales, todo lo que se ha publicado en varias fuentes sobre Python, sus límites de rendimiento y el enfoque de Mojo, el lenguaje impulsado por Modular y capitaneado por Chris Lattner (LLVM, Clang, Swift). Además, explicamos MLIR, el porqué de los cuellos de botella del GIL, las diferencias CUDA/MPS, la compatibilidad con el ecosistema Python y los retos de adopción que aún están sobre la mesa.

Python domina la IA, pero su arquitectura no ayuda al rendimiento

A nadie le sorprende que Python sea el idioma universal de la IA: sintaxis simple, miles de librerías, toneladas de tutoriales y una comunidad gigantesca. Esa popularidad, sin embargo, convive con una realidad incómoda: Python es interpretado, de tipado dinámico y arrastra el Global Interpreter Lock (GIL), lo que limita la ejecución concurrente de código Python puro a un solo hilo.

Ese diseño concede agilidad al desarrollar, pero penaliza la velocidad y el uso eficiente de memoria frente a lenguajes compilados como C/C++, Swift o Rust. En cargas de trabajo de ML/DL, donde cada milisegundo cuenta y el hardware es un cohete, esa penalización se nota una barbaridad.

Para compensar, el ecosistema ha tirado de “trucos”: NumPy (con partes en C y Fortran), librerías que delegan en código nativo o extensiones C/C++ para operaciones críticas. Funciona, sí, pero introduce capas, dependencias, y un “Frankenstein” de versiones, frameworks y backends que puede ser delicado de mantener en producción.

Además, el paralelismo en Python suele depender de procesos (multiprocessing) o de que las librerías liberen el GIL en secciones nativas. El resultado es que, a poco que la carga no esté muy bien delegada en C/C++ o GPU, el rendimiento puro de Python hace de cuello de botella.

NumPy y otros “parches”: imprescindibles, pero con límites

NumPy es el ejemplo clásico: muchas de sus operaciones críticas están en C o Fortran, lo que acelera muchísimo respecto a Python puro. Sin embargo, cuando nos vamos a paralelismo fino, escalado a varios núcleos o integración con nuevos aceleradores, las limitaciones de Python reaparecen, especialmente si el flujo de control vuelve al intérprete con frecuencia.

Este mosaico de capas (Python → extensiones C/C++ → drivers/hardware) es eficaz, pero complejo de depurar y desplegar. En IA a escala, con pipelines de entrenamiento, inferencia y postprocesado, esa complejidad operativa pesa casi tanto como los FLOPS disponibles.

CUDA, MPS y el problema de la portabilidad

La aceleración con CUDA (NVIDIA) es un salvavidas, pero también una jaula dorada: hay modelos y optimizaciones que dependen por completo del stack de NVIDIA. Si intentas llevar el mismo código a Apple Silicon con Metal Performance Shaders (MPS) o a GPUs de AMD, puedes topar con instrucciones no soportadas o rutas de cómputo incompletas.

La comparación más repetida es clara: en CUDA vas en “Ferrari” y MPS puede sentirse más limitado para ciertas cargas. Aun así, la industria empuja hacia estándares y portabilidad, porque nadie quiere atar su negocio a un único proveedor de hardware si no es estrictamente necesario.

MLIR: el puente que necesitaba la nueva era del cómputo

Para entender qué propone Mojo hay que hablar de MLIR (Multi-Level Intermediate Representation), un proyecto nacido en el ecosistema LLVM que añade una representación intermedia pensada para alto rendimiento y aprendizaje automático. A diferencia del pipeline clásico de LLVM, MLIR maneja grafos de datos, vectorización, teselado, inserción de DMA y gestión explícita de caché.

En cristiano: MLIR permite transformar código de alto nivel en implementaciones muy pegadas al hardware objetivo (CPUs, GPUs, TPUs, NPUs, FPGAs, etc.), extrayendo paralelismo y aplicando optimizaciones HPC que el compilador clásico no cubría tan bien para estos dominios.

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¿Qué es exactamente Mojo?

Mojo es un lenguaje que se presenta como superconjunto de Python: mantiene sintaxis familiar, puede aprovechar las mismas librerías e integra un modelo de compilación moderno apoyado en MLIR. Nació en 2023, primero en un playground web con acceso bajo solicitud y más tarde con ejecución local en GNU/Linux y macOS. En febrero de 2025, su biblioteca estándar se abrió, aunque el compilador sigue siendo cerrado a día de hoy.

El objetivo es ambicioso: la sencillez de Python con el rendimiento de C/C++, más la seguridad y ergonomía que hemos visto en lenguajes como Rust o Swift. Es decir, escribir en alto nivel y obtener binarios pequeños, rápidos y fáciles de desplegar.

Claves de diseño: tipado, memoria, structs y funciones

Entre las características que más llaman la atención figuran el tipado fuerte (y estático cuando lo necesitas), el uso de let/var para declarar inmutables y mutables, y el soporte de structs con diseños definidos en compilación, que facilitan la generación de código máquina óptimo.

Mojo permite declarar funciones con fn además de def; en líneas generales, fn tiende a implicar más restricciones y, por tanto, mejor potencial de optimización por parte del compilador. También presume de “abstracciones de coste cero” y de capacidades de autoajuste, donde el compilador selecciona parámetros eficientes para la plataforma destino.

Sin GIL y con paralelización real

A diferencia de Python, Mojo no arrastra el GIL. El runtime y el compilador están pensados para explotar hilos, vectores y aceleradores sin que el desarrollador tenga que pelearse con la concurrencia básica del intérprete. En la práctica, eso significa que tareas que en Python “se tropiezan” con el GIL pueden correr de verdad en paralelo.

Este punto es clave en cómputo intensivo: si puedes trocear un problema en sub-tareas y ejecutarlas concurrentemente de forma nativa, el salto de rendimiento no es incremental, es un cambio de liga.

Rendimiento: de Mandelbrot a versiones vectorizadas

Para medir mejoras, una prueba recurrente es el conjunto de Mandelbrot, un generador de fractales muy intensivo en cálculo y perfecto para paralelizar. Con Python puro se han citado tiempos superiores a los 1000 segundos, mientras que implementaciones en Mojo han bajado a alrededor de 0,03 segundos tras optimizaciones sucesivas.

Se han documentado progresiones del tipo: versión ingenua en Python → NumPy → versión ingenua en Mojo → Mojo vectorizado con SIMD. Con ese pipeline de mejoras se han visto “speedups” enormes, desde 35.000x hasta cifras reportadas de 68.000x en escenarios concretos. Son números espectaculares que, como siempre, dependen del algoritmo, del hardware y del mimo que pongas al optimizar.

Compilado y despliegue sencillo

Mojo sigue la filosofía de compilar a binario: construyes, obtienes un ejecutable y lo distribuyes. Si vienes de Python, esto evita los dolores de cabeza de entornos virtuales, wheels y combinaciones de versiones de librerías que no siempre se llevan bien entre sí.

Para que te hagas una idea, el “Hola Mundo” podría compilarse y ejecutarse con un simple mojo hello.mojo. Además, los ficheros llevan extensión .mojo (también se ha popularizado el uso del emoji de la llama como guiño), facilitando su identificación dentro de proyectos híbridos.

Compatibilidad con Python y ecosistema

Parte del encanto de Mojo es que no te obliga a tirar lo que ya tienes: su compatibilidad con el ecosistema Python significa que puedes seguir usando librerías como NumPy, Pandas o Matplotlib, a la vez que adoptas estructuras y tipos más eficientes cuando te convenga.

En la práctica, esa estrategia “Python++” suaviza la curva de adopción: mantienes tu base de código, mueves piezas calientes a Mojo y aprovechas el compilador y MLIR para rascar rendimiento sin abandonar la sintaxis que conoces.

Modular: un runtime para unificar PyTorch y TensorFlow

Además del lenguaje, Modular ha presentado un framework/runtime universal capaz de ejecutar modelos de PyTorch y TensorFlow sin obligarte a instalar ambos stacks. Según lo comunicando en estas fuentes, su arquitectura puede acelerar la ejecución de TensorFlow hasta 3x y la de PyTorch hasta 2,5x, integrando también herramientas de cuantización, contribuyendo al escalado de IA.

La visión es evitar el infierno de “tres capas” (Python → C/C++ → hardware específico) con una sola capa de programación y un backend que hable con cualquier hardware y exprima lo mejor de cada plataforma sin reescribir tu modelo cada dos por tres.

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Cuantización: reducir tamaño sin hundir la precisión

La cuantización de modelos es como un MP3 para redes neuronales: reduces precisión en ciertos pesos/capas y, a cambio, bajas el tamaño y aceleras la inferencia. La pérdida de exactitud suele ser pequeña (por ejemplo, bajar de un 94% a un 91% en un clasificador) y la ganancia en despliegue y velocidad compensa de sobra.

Este enfoque es clave para llevar modelos a dispositivos locales y respetar la privacidad. De hecho, stacks como Core ML y aceleradores como los NPUs de Apple (vía MPS/Accelerate) empujan hacia modelos comprimidos que quepan y vuelen en un iPhone o Mac sin mandar datos a la nube.

De Swift for TensorFlow a Mojo: el recorrido de Lattner

El camino hasta aquí no es casual. Tras su etapa en Apple (LLVM, Clang, Swift), Chris Lattner pasó por Tesla y por Google Brain, donde impulsó Swift for TensorFlow. Aquel intento de casar un lenguaje moderno con ML fue archivado, pero dejó aprendizajes que hoy cristalizan en MLIR y en el diseño de Mojo.

Antes de Modular, Lattner también tocó el mundo RISC‑V (SciFive), lo que encaja con la idea de que el futuro de la IA pasa por muchos tipos de hardware y necesitamos compiladores y runtimes capaces de adaptarse rápidamente a todos ellos.

Estado del proyecto, soporte y adopción

Mojo nació en 2023 y, aunque el lenguaje evoluciona rápido, sigue en fase de maduración. En febrero de 2025 se abrió su biblioteca estándar, pero el compilador aún es cerrado. A nivel de popularidad (índice TIOBE), Mojo se sitúa por debajo del top 50, algo lógico para un lenguaje con apenas dos años de vida.

En el “quién es quién”, se han mencionado apoyos de Amazon, AMD, NVIDIA o Inworld. Aun así, para competir con Python necesitará comunidad, documentación, paquetes y casos de éxito en producción que sirvan de referencia al resto.

Retos: comunidad, reflexión y características dinámicas

Más allá del rendimiento, Python gana por comunidad, recursos y ecosistema. Mojo tendrá que cerrar brechas en áreas donde Python brilla, como ciertos mecanismos de reflexión o patrones dinámicos muy usados. También deberá seguir afinando su ergonomía para que el salto desde Python sea totalmente natural.

Por el lado técnico, la promesa de “compilar para todo” suena genial, pero cada backend (CUDA, ROCm, MPS, TPUs, FPGAs…) tiene sutilezas. Que el runtime mantenga paridad de funcionalidades y rendimiento en todos ellos es una maratón, no un sprint.

Mojo y GPUs: más allá de NVIDIA

Una de las bazas de Mojo y MLIR es su capacidad de apuntar a GPUs de NVIDIA y AMD, no sólo al ecosistema CUDA. Si ese soporte se mantiene actualizado y competitivo, muchas empresas verán la ventaja estratégica de no quedarse encerradas en un único proveedor.

A la vez, el mundo Apple (con MPS) y otros aceleradores especializados (NPUs, FPGAs) demandan rutas de compilación y librerías acordes. El “write once, run fast everywhere” es una promesa ambiciosa que, bien cumplida, sería un punto de inflexión.

Debate: ¿lenguaje nuevo o “Python++”?

En foros técnicos hay discusión sobre si Mojo es “otra variante de Python” o un lenguaje nuevo que sólo comparte sintaxis. Para el día a día, lo crucial es que puedas reusar tu código y tus librerías y, al mismo tiempo, escribir componentes de rendimiento con tipos y estructuras más ricas.

Esa dualidad, sumada al compilador moderno y a MLIR, es lo que permite que el “hola mundo” sea amigable y, a la vez, que tus kernels de cómputo se acerquen a C/C++ o incluso superen su rendimiento en escenarios vectorizados.

Recursos, comunidad y aprendizaje

Si estás empezando en IA, las comunidades abiertas de aprendizaje son oro. Existen espacios orientados a estudiantes y profesores donde preguntar, compartir recursos y crecer desde las bases hasta técnicas avanzadas; son lugares estupendos para practicar, comparar enfoques y resolver dudas reales.

El ecosistema de divulgación también ayuda: desde resúmenes del lanzamiento de Mojo por referentes como Jeremy Howard, hasta cursos gratuitos de Python en plataformas de vídeo que te ponen a programar sin coste. Cuanto más tejido comunitario haya alrededor de Mojo, más fácil será que empresas y devs lo adopten.

Notas prácticas y detalles curiosos

Pequeños detalles de calidad de vida también suman: los ficheros .mojo, el soporte de fn/def, la ejecución directa con el comando mojo, o la intención explícita de ofrecer binarios simples de distribuir. Son cosas mundanas, pero cuando escalas proyectos, marcan la diferencia.

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En paralelo, hay que reconocer la influencia de Rust y Swift en el diseño de tipos, seguridad de memoria y cero-cost abstractions. No es casualidad: Lattner viene de crear Swift y de pilotar LLVM/Clang; esa herencia se nota en cómo está pensado el compilador.

Del laboratorio a producción: qué puedes esperar

Si vas a probar Mojo hoy, lo razonable es usarlo en módulos de alto impacto (kernels de cómputo, transformaciones intensivas o bucles apretados). Mantén tu orquestación y tooling en Python, y migra piezas calientes a Mojo para medir el beneficio real en tus métricas.

Según los reportes analizados, en tareas tipo Mandelbrot o kernels SIMD se han logrado speedups descomunales. En pipelines reales, con I/O, preprocesado y librerías de terceros, verás ganancias significativas, aunque más modestas y dependientes del cuello de botella dominante.

Capas unificadas: adiós al “Frankenstack”

Una promesa importante del stack de Modular es la unificación de capas: en lugar de Python + C/C++ + backend específico dispersos, tener un lenguaje único para las tres capas y un runtime que negocie con el hardware de turno. Menos “pegamento”, menos incompatibilidades y menos mantenimiento defensivo.

Si esa visión cuaja, entrenamientos e inferencia podrán moverse entre NVIDIA, AMD, Apple Silicon, TPUs o NPUs sin reprogramar medio proyecto. Y eso, más que un detalle técnico, es estrategia de negocio: libertad para elegir hardware por coste, disponibilidad o eficiencia energética.

Un apunte sobre modelos de voz y transcripción

En implementaciones reales, al portar modelos como Whisper (transcripción) desde Python a rutas nativas u otras APIs (MPS/Accelerate), aparecen incompatibilidades: ciertas instrucciones existen en CUDA y no en MPS, o viceversa. Aquí es donde un backend unificado y un compilador con MLIR pueden ahorrarte dolores de cabeza.

Sin ese pegamento común, acabas con ramas de código y ports manuales que ralentizan la evolución del proyecto. Con él, la promesa es escribir una vez y obtener rutas eficientes en cada plataforma soportada.

Contexto “meta”: divulgación, patrocinios y comunidad tech

Parte del material que alimenta este debate nace de podcasts y blogs técnicos que combinan divulgación con patrocinadores y comunidades (incluso merchandising). Más allá de lo anecdótico (cursos, apps, Twitch, música de fondo, soporte de redes de podcast…), lo interesante es que el debate técnico ha salido del nicho y está calando en perfiles muy distintos.

Ese ruido es bueno: trae preguntas difíciles, casos de uso reales y experiencias con hardware variado. Que la conversación rumbo a MLIR y Mojo llegue a más gente acelera la detección de bugs, las guías de migración y la creación de recetas que todos podemos reutilizar.

La fotografía global es clara: Python seguirá siendo la puerta de entrada a la IA, pero ya existe una alternativa pragmática cuando el rendimiento manda. Mojo no pretende borrar a Python, sino elevarlo con un compilador moderno, paralelización real y una capa de ejecución que entienda los aceleradores de hoy y los de mañana. Si te mueves en ML/DL y el tiempo/€ por inferencia o por época de entrenamiento importa, merece la pena probarlo con tus propios datos y hardware.

acuerdo OpenAI AWS
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