Qué hacer al limpiar agua derramada en el portátil para evitar daños

Última actualización: 9 de diciembre de 2025
  • Actuar rápido y cortar toda la corriente reduce al mínimo el riesgo de cortocircuitos fatales en el portátil.
  • El tipo de líquido, el tiempo de exposición y el secado correcto marcan la gravedad real del daño interno.
  • Secar no basta: en muchos casos hay que limpiar y revisar componentes por corrosión y residuos.
  • La mejor reparación es la prevención: hábitos seguros, protectores y servicio técnico cuando toca.

Portátil mojado sobre una mesa

Que se te caiga un vaso de agua o un café encima del portátil es de esos momentos en los que se te encoge el corazón en un segundo. Vas a guardar un archivo, acercas la taza, un mal gesto… y todo el líquido termina sobre el teclado. Antes de entrar en pánico, es importante saber que, si actúas rápido y con cabeza, tienes bastantes opciones de salvar el equipo o al menos reducir al mínimo los daños.

En las siguientes líneas vas a encontrar una guía muy completa, basada en lo que recomiendan servicios técnicos, fabricantes y especialistas en reparación de portátiles. Verás qué hacer justo después del derrame, cómo limpiar y secar correctamente por fuera y por dentro, qué métodos son puro mito (hola, arroz), qué peligros conllevan los diferentes líquidos y en qué momento es mejor dejar de improvisar y llevar el equipo a un profesional.

Qué pasa realmente cuando se moja un portátil

Componentes internos de portátil mojados

Cuando el agua o cualquier otro líquido entra en el interior del portátil, no solo se moja por fuera: puede llegar a la placa base, a la memoria, a la gráfica, a la batería o al teclado, provocando cortocircuitos inmediatos, corrosión progresiva y fallos intermitentes. Incluso aunque el equipo parezca seguir funcionando con normalidad durante unos minutos, el daño puede estar haciéndose por dentro.

Los componentes electrónicos están diseñados para trabajar con tensiones muy concretas y con zonas perfectamente aisladas. Si un líquido conductor crea un puente entre pistas o pines, se produce un cortocircuito que puede fundir pequeños componentes, dañar condensadores, provocar chispas e incluso humo o una pequeña explosión, sobre todo en la fuente o en la zona de alimentación.

No todo es electricidad: muchos líquidos (refrescos, café, zumos, bebidas alcohólicas, productos de limpieza) tienen un pH muy ácido o muy alcalino, además de azúcares y sales. Esto acelera la corrosión del metal y deja residuos pegajosos que, con el tiempo, pueden terminar dejando inservibles teclas, puertos o incluso la propia placa base, aunque al principio pareciera que todo iba bien.

Que el agua caiga sobre el teclado o la carcasa no significa necesariamente que el portátil esté sentenciado, pero a partir de ese momento cada segundo cuenta y cada decisión mal tomada puede empeorar mucho el pronóstico. Por eso es tan importante conocer los pasos correctos y también los errores típicos que conviene evitar.

Primeros pasos urgentes al derramar agua en el portátil

Primeros auxilios para portátil mojado

En el mismo segundo en el que el líquido toca el ordenador, tu prioridad absoluta debe ser cortar la electricidad y limitar la propagación del agua. No hay tiempo para pensar demasiado, así que conviene tener claros estos pasos de antemano.

1. Seguridad personal antes que el portátil

Puede parecer exagerado, pero si estás descalzo, el suelo está mojado o tienes la ropa empapada, lo primero es alejarte de cualquier toma de corriente y evitar tocar enchufes con el cuerpo húmedo. Si el portátil está conectado a la red y ha caído mucho líquido, hay riesgo de descarga, aunque sea pequeño.

Solo cuando tengas claro que no hay peligro para ti, acércate al equipo y sigue con el resto de pasos. Si ves chispas, humo o llamas, corta la luz general de la casa si puedes y llama a los servicios de emergencia; el portátil es lo de menos en ese escenario.

2. Apagar el portátil de inmediato

Si el ordenador sigue encendido, mantén pulsado el botón de encendido hasta que se apague, sin perder tiempo en cerrar programas ni guardar nada. En este caso, lo importante no es el documento de Word, sino evitar que el líquido y la corriente coincidan en el interior del equipo durante más tiempo del estrictamente inevitable.

Si el portátil se ha apagado solo en cuanto se ha mojado, es muy probable que se haya producido un cortocircuito instantáneo y alguna medida de protección haya actuado. En ese caso, no intentes forzar un nuevo encendido, porque puedes rematar un componente que quizá todavía sea reparable.

3. Desconectar cargador, batería y periféricos

En cuanto el equipo esté apagado, desenchufa el adaptador de corriente de la pared y del propio portátil. Si tu modelo lo permite, retira la batería manualmente; hacerlo cuanto antes reduce muchísimo el riesgo de que siga circulando electricidad por las zonas mojadas.

A continuación, desconecta cualquier dispositivo externo: ratones USB, discos duros, memorias, impresoras, tarjetas SD, auriculares… Además de evitar que se dañen ellos, también impides que sirvan de vía de humedad hacia otras partes. Todo lo que tenga un cable o un conector debe salir del equipo en este momento.

4. Colocar el portátil para que escurra

Hecho lo anterior, la siguiente maniobra es ponerle las cosas fáciles a la gravedad. Abre el portátil todo lo que dé de sí la bisagra y colócalo en forma de V invertida, con el teclado hacia abajo, sobre una superficie absorbente (toallas o papel de cocina). La idea es que el líquido caiga hacia fuera y no se siga filtrando hacia la placa.

Mantén esta posición mientras absorbes con papel o un paño suave el agua visible en la carcasa. Es importante no arrastrar con fuerza, sino posar y presionar ligeramente para no empujar el líquido hacia ranuras, rejillas o huecos del teclado.

5. Primera retirada de líquido visible

Con el equipo ya en V invertida o al menos muy inclinado, utiliza papel de cocina o un paño de microfibra para recoger toda el agua que veas en superficie: teclado, reposamuñecas, tapa, bordes, puertos laterales, zona inferior… Cuanto menos quede a la vista, menos habrá que escurrir luego.

Si dispones de bastoncillos de algodón, puedes acercarlos con cuidado a las juntas entre teclas, puertos y rendijas para ayudar a absorber las gotas que queden. No fuerces la entrada de nada en el interior y evita que se queden restos de algodón dentro de los conectores.

Influencia del tipo de líquido: no es lo mismo agua que café

Diferentes líquidos derramados sobre portátil

No todos los derrames son igual de graves. La naturaleza del líquido, más allá de la cantidad, influye mucho en el tipo de daño que cabe esperar y en la urgencia con la que hay que limpiar en profundidad los componentes internos para eliminar residuos corrosivos o pegajosos.

El agua pura, con un pH cercano a 7, es relativamente neutra y, si actúas rápido, a menudo permite recuperar el portátil con una buena limpieza y secado. Pero en la vida real casi nunca es agua destilada: suele ser agua del grifo, con cal y sales, o agua con jabón, agua de mar o de piscina, que ya cambian bastante el panorama.

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El agua salada (como la del mar) o ligeramente alcalina (como la de una piscina clorada) tiende a dejar cristales y depósitos al secarse, lo que puede provocar corrosión y puentes conductores permanentes entre contactos que antes estaban aislados. A mayor salinidad y tiempo sin limpiar, peor.

Las bebidas ácidas, como zumo de naranja, refrescos de cola o bebidas energéticas, se mueven en rangos de pH bajos (por ejemplo, en torno a 2,3 para el zumo de limón, 2,5-3,5 para la cola, alrededor de 3,5 para muchos zumos de fruta). Esa acidez, sumada al azúcar, hace que ataquen más rápido las pistas metálicas y dejen una película pegajosa muy complicada de retirar si no se desarma el equipo.

También hay líquidos claramente alcalinos, como algunos jabones (pH 9-10) o incluso la lejía (por encima de 12). Este tipo de sustancias dañan tanto plásticos como recubrimientos y soldaduras, y requieren una limpieza aún más escrupulosa con alcohol isopropílico o agua desionizada, idealmente usando equipos profesionales como cubas de ultrasonidos.

Cerveza, vino, café o té se sitúan en valores intermedios (aprox. pH 4,5 para cerveza, 5 para café, 5,5 para té), pero arrastran azúcares, ácidos, colorantes y sólidos en suspensión. En estos casos, aunque seques bien por fuera, lo que queda dentro va a seguir corroyendo y pegándose a conectores y pistas si no se limpia físicamente.

Secado externo: cómo tratar la carcasa y el teclado

Secado de teclado de portátil mojado

Una vez controlada la parte de urgencia (apagado, desconexión, posición de drenaje), toca trabajar el exterior para que no quede charco en ninguna zona visible y minimizar la entrada de más líquido hacia el interior. Esta fase es sencilla, pero hay que hacerla con paciencia.

Empieza por la tapa, los laterales y la base. Usa siempre un paño que no suelte pelusa o un papel absorbente de buena calidad. La idea no es limpiar a lo bruto, sino ir apoyando y levantando el material absorbente para que se quede con el agua sin rascar ni empujar.

En el teclado, introduce con delicadeza la punta de una servilleta fina o de papel de cocina entre las teclas, dejando que el papel actúe como mecha y absorba la humedad. No intentes levantar teclas a lo loco ni metas objetos duros; los mecanismos de muchas teclas son muy frágiles y es fácil romper pestañas.

Presta atención también a las zonas de ventilación y altavoces. Aunque no llegues al interior, sí puedes secar la zona inmediata a las rejillas y retirar gotas antes de que se cuelen a los ventiladores o al interior del chasis.

Si el derrame ha sido pequeño y solo ha salpicado superficialmente, es posible que con esta fase y un buen tiempo de secado al aire tengas suficiente. Aun así, por prudencia, no deberías encender el equipo en varias horas, incluso si aparentemente no ha entrado mucha agua.

Desmontar el portátil y secar por dentro: cuándo y cómo

Cuando ha entrado una cantidad apreciable de líquido, cuando no se puede retirar la batería fácilmente o cuando el líquido no era simplemente agua, lo más seguro es abrir el portátil y secar/limpiar los componentes internos uno a uno. Aquí hay que ser muy sincero: si no te ves con manos, es mejor asumirlo y llevarlo a un técnico.

Si decides hacerlo tú mismo, busca antes información específica de tu modelo (manual del fabricante, guías de reparación, vídeos) para localizar correctamente cada tornillo, pestaña y conector. Muchos portátiles modernos requieren destornilladores de precisión tipo Torx o Phillips muy finos, y forzar con herramientas inadecuadas termina deformando la carcasa o dañando el chasis.

Una vez retirada la tapa inferior, identifica batería, unidad de almacenamiento, módulos de RAM, ventiladores y placa base. Lo ideal es ir desconectando y sacando cada pieza con calma, haciendo fotos si hace falta para recordar luego cómo iba cada cable plano, cada conector y cada tornillo.

Con las piezas ya fuera, repite el trabajo de secado con paños de microfibra y bastoncillos. El objetivo es eliminar cualquier resto visible de líquido, sobre todo en los bordes de la placa, alrededor de los conectores y en la zona de alimentación. No frotes con fuerza y evita enganchar componentes pequeños con el paño o el algodón.

En esta fase es habitual descubrir zonas con corrosión ligera, manchas blanquecinas o pegotes azucarados si el líquido llevaba azúcar o sal. Si es tu caso, el secado por sí solo no basta: es necesario un proceso de limpieza química, que veremos en el siguiente apartado.

Limpieza profunda de la electrónica: alcohol isopropílico y otros métodos

Secar es solo la mitad del trabajo. Los residuos que dejan muchos líquidos siguen ahí incluso cuando ya no hay gotas visibles. Por eso, en muchos protocolos profesionales para daño por líquidos se recomienda lavar la placa lógica y los componentes afectados con un líquido de limpieza adecuado.

Lo más utilizado es el alcohol isopropílico de alta pureza (idealmente, 90 % o superior). Este tipo de alcohol se evapora rápido, no deja casi residuos y es mucho menos conductor que el agua. La forma más eficaz, si el daño ha sido grande, es sumergir la placa en un recipiente con alcohol y cepillar suavemente con un cepillo de cerdas blandas (tipo cepillo de dientes suave o kit de limpieza de precisión), poniendo especial atención en conectores, contactos y zonas donde se vea corrosión.

Como alternativa, también se puede usar agua destilada o desionizada para un lavado inicial cuando la suciedad es extrema, aunque tarda más en secar y exige después un enjuague con alcohol isopropílico para ayudar a expulsar el agua. En cualquier caso, hay que evitar disolventes aggressivos como acetona, cetonas o nafta, que pueden atacar plásticos, barnices y pegamentos.

Los servicios técnicos más equipados recurren a cubas de ultrasonidos con soluciones específicas para electrónica. Estas máquinas permiten llegar a zonas inaccesibles bajo chips y componentes, levantando residuos con vibraciones de alta frecuencia. Para un usuario doméstico esto no suele ser viable, pero conviene saber que existe y que puede marcar la diferencia cuando el daño es severo.

Después de la limpieza química, hay que volver a secar muy bien los componentes. Se puede recurrir a aire comprimido (sin abusar de la presión) y a un secador de pelo en modo frío o ligeramente templado, siempre manteniendo distancia y evitando soplar aire muy caliente directamente sobre la placa. Otra opción es dejar las piezas bajo una lámpara de escritorio que aporte calor suave y constante durante algunas horas.

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Antes de dar por terminado el proceso, revisa bien con lupa o buena luz los bordes de la placa, los extremos de los cables planos y los conectores. Cualquier resto de corrosión verde, blanca u oscura debe eliminarse por completo antes de volver a montar, o reaparecerán problemas con el tiempo.

Absortores de humedad: arroz, gel de sílice y otras opciones

Uno de los consejos más repetidos en internet consiste en meter el portátil o sus componentes en arroz para que se sequen. Este método tiene parte de verdad y parte de mito. El arroz es capaz de absorber humedad y, de hecho, retiene hasta el doble de su volumen en agua, pero eso no significa que por sí solo deje un dispositivo completamente seco y limpio.

En un portátil, los huecos son grandes, hay ventiladores, puertos y mecanismos delicados. Meter una placa base o el propio equipo entero en una caja llena de arroz puede terminar con granos colándose en ventiladores, ranuras y puertos, generando problemas nuevos que no existían. Además, el arroz no limpia ni la corrosión ni los restos azucarados, solo ayuda con la humedad ambiental.

Una opción mucho más eficaz es utilizar paquetes de gel de sílice, esos sobres que vienen en cajas de zapatos, electrónica y muchos alimentos para mantenerlos secos. El sílice es un desecante muy potente: absorbe rápido y se puede reutilizar secándolo a baja temperatura. Rodear placa, batería y otros componentes con estos paquetes, dentro de una caja cerrada, es una forma excelente de acelerar el secado final tras la limpieza.

Eso sí, hay que tener cuidado: algunos desecantes industriales pueden llevar fungicidas o pesticidas. En entornos domésticos, lo sensato es reutilizar los sobres que vienen con comida o productos de consumo, que no deberían contener sustancias peligrosas en contacto con las manos.

En cualquier caso, tanto arroz como sílice son complementos al secado y la limpieza, no sustitutos. Ningún desecante del mundo va a eliminar restos de Coca‑Cola seca, café azucarado o agua salada pegada a una pista de cobre. Si el líquido no era agua limpia, hay que limpiar físicamente la zona afectada, sí o sí.

Mitos peligrosos y errores típicos al secar un portátil mojado

Por intentar ayudar al portátil, mucha gente acaba haciendo justo lo contrario de lo que debería. Hay una serie de mitos muy extendidos que conviene tener claros para no caer en ellos y terminar provocando un daño que, de otro modo, quizá podrías haber evitado.

Uno de los más repetidos es el uso del secador de pelo a máxima potencia. Calor directo y fuerte sobre plásticos, soldaduras y baterías de litio no es una buena idea. Puedes deformar conectores, reblandecer adhesivos, dañar la pantalla o crear tensiones térmicas que rompan algo que estaba intacto.

Otro error habitual es intentar encender el portátil una y otra vez a los pocos minutos “para ver si aún funciona”. Justo eso puede causar el cortocircuito fatal que faltaba. Lo recomendable es esperar, como mínimo, entre 24 y 48 horas tras un derrame moderado, y hasta 72 horas si ha entrado mucho líquido o no has podido desmontar y limpiar bien.

Tampoco es buena idea lanzarse a desmontar medio portátil sin ningún conocimiento previo. Abrir un equipo moderno puede anular la garantía y acabar en un rompecabezas si no sabes luego volver a montar cables planos, clips y tornillería. Si ya de por sí el daño por líquido es delicado, sumarle errores de montaje no ayuda precisamente.

Finalmente, hay quien pulveriza limpiadores domésticos multiusos o alcoholes no adecuados directamente sobre el teclado o la placa, pensando que así “desinfecta” o limpia mejor. Muchos de esos productos llevan aditivos, perfumes y componentes corrosivos que no tienen nada que hacer dentro de un circuito electrónico. Para electrónica, solo agua destilada y alcohol isopropílico de alta pureza, nada más.

Diferentes escenarios: sigue funcionando, se apaga, hay humo…

Una vez superado el susto inicial, el comportamiento del portátil da bastantes pistas sobre el alcance posible del daño. Hay tres situaciones típicas que ayudan a orientar qué hacer a continuación sin jugársela más de la cuenta.

Si el portátil estaba apagado y desenchufado cuando se ha mojado (por ejemplo, por lluvia entrando por la ventana), las probabilidades de salvarlo son mayores. Aun así, muchos equipos permanecen conectados a la red y la batería sigue entregando corriente a ciertos circuitos, por lo que no hay garantías totales. En este contexto, lo prudente es tratarlo igual que en cualquier otro derrame: desconectar, secar, abrir si procede y darle tiempo suficiente antes de encender.

Si el portátil seguía funcionando tras el derrame y aparentemente no se ha colgado ni apagado, no te confíes: significa solo que el desastre todavía no ha terminado de suceder. Lo correcto es apagar cuanto antes, desconectar todo y seguir todo el protocolo de secado y revisión interna. Dejarlo encendido “porque total va bien” es la forma perfecta de que, a los pocos minutos u horas, falle algo crítico.

En el caso más preocupante, cuando el equipo se apaga de golpe al mojarse, o peor aún, si ves humo, chispas o escuchas una pequeña explosión, es muy probable que algún componente haya quedado seriamente dañado. Condensadores hinchados, rajados o quemados en la placa base, la gráfica o la fuente interna son bastante frecuentes en este tipo de accidentes.

Si detectas esos síntomas, lo ideal es no intentar más encendidos y buscar ayuda profesional. Un técnico podrá desmontar todo, localizar visualmente componentes quemados y valorar si compensa sustituir la pieza (placa, teclado, pantalla, batería…) o si el coste se dispara en relación al valor del portátil.

Uso de gel de sílice, ventiladores y aire para el secado final

Tras la fase de limpieza y el secado inicial, viene la parte más aburrida: esperar. Aquí es donde sí tiene sentido combinar varios métodos para asegurarse de que no queda ni rastro de humedad atrapada en huecos y capas internas.

Colocar la placa base, la batería y el resto de componentes sobre una superficie seca en un lugar cálido y ventilado es básico. Si puedes, crea una especie de “cámara de secado” con una caja donde metas el hardware y varios sobres de gel de sílice repartidos a su alrededor, cerrando bien la caja para que el aire interior se seque al máximo.

Un ventilador de sobremesa apuntando a baja velocidad hacia los componentes ayuda a renovar el aire de la superficie y acelera la evaporación. Evita poner el portátil directamente sobre una fuente de calor fuerte (radiadores, estufas, hornos), porque el calor excesivo y localizado puede deformar partes plásticas o acabar siendo peor que la propia humedad.

El tiempo mínimo razonable suele ser de 24 horas para derrames muy pequeños con agua casi limpia y buen secado inicial, pero en muchos casos resulta más sensato esperar 48 o incluso 72 horas. Un poco más de paciencia puede evitarte la sorpresa de un cortocircuito tardío al primer intento de encendido.

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Revisión y pruebas después del secado

Cuando por fin ha pasado el tiempo de espera y todo parece seco, llega el momento de comprobar de forma ordenada si el portátil ha sobrevivido y en qué estado. Aquí conviene no ir a lo loco, sino seguir una pequeña lista de verificación para no dejarte nada importante sin revisar.

Empieza por una inspección visual: busca manchas, restos de corrosión, burbujas o decoloraciones en la placa, la batería, los conectores y los cables. Cualquier detalle raro es señal de que la zona merece una segunda limpieza o, como mínimo, una vigilancia especial.

Después, monta solo lo imprescindible para arrancar: placa, RAM, almacenamiento y, si va integrada, la pantalla. Evita conectar periféricos externos durante la primera prueba y, si la batería te inspira dudas, intenta encender solo con el cargador (o al revés, solo con batería si el cargador puede haberse visto afectado).

Si el equipo enciende, comprueba el comportamiento general: tiempos de arranque, ruidos extraños de ventiladores, estabilidad del sistema, aparición de artefactos en pantalla, reinicios espontáneos… Luego ve testando puertos USB, HDMI, lector de tarjetas, Wi‑Fi, Bluetooth, sonido, micrófono y cámara para asegurarte de que todo responde.

No olvides el teclado y el touchpad: teclea una a una todas las teclas, fíjate si alguna se queda pegada o no responde, y prueba los gestos básicos del panel táctil. Si el touchpad falla, consulta atajos de teclado. Es habitual que, tras un derrame, el teclado quede dañado aunque el resto del portátil funcione bien; en muchos modelos se puede sustituir solo esa pieza.

Cuándo es mejor ir a un servicio técnico y qué pueden hacer allí

Por muy mañoso que seas, hay casos en los que lo razonable es dejar de experimentar y acudir a profesionales. Si el líquido no era agua (o lo era, pero llevaba azúcar, sal u otros aditivos), si el portátil no enciende después del secado o si detectas componentes claramente quemados, un servicio técnico especializado es tu mejor baza.

Un buen taller dispone de herramientas de diagnóstico, aire comprimido profesional, alcohol isopropílico de alta pureza, cubas de ultrasonidos y, sobre todo, experiencia en ver patrones de fallo repetidos en determinados modelos. Pueden desmontar por completo la máquina, limpiar cada pieza y cambiar solo lo que realmente está mal, en lugar de ir sustituyendo piezas a ciegas.

La parte menos desagradable, claro, es el coste. Dependiendo del daño, la reparación puede ir desde un simple cambio de teclado hasta la sustitución completa de la placa base o de la pantalla, que no siempre compensa en portátiles muy antiguos o de gama baja. Por eso es importante pedir siempre presupuesto previo y valorar la relación coste/vida útil esperable.

Además, no hay que olvidar la cuestión de la garantía. La mayoría de fabricantes excluyen expresamente los daños por líquidos de la garantía estándar. Y abrir el equipo por tu cuenta, si aún estaba en garantía, puede dejarte sin cobertura para cualquier otra avería. Si el portátil es relativamente nuevo, a veces tiene sentido llamar primero al servicio oficial para ver qué opciones ofrecen, incluso si te va a tocar pagar.

Prevención: cómo reducir al mínimo el riesgo de volver a mojar el portátil

Después de pasar por el susto de un portátil empapado, lo normal es volverse un poco más paranoico con los líquidos cerca del equipo, y con razón. Hay una serie de medidas muy sencillas que pueden ahorrarte muchos disgustos y facturas de reparación en el futuro.

La más obvia es mantener bebidas y líquidos lejos de la zona de trabajo. Si te cuesta, al menos usa botellas o tazas con tapa, para que un golpe accidental no termine en una catarata sobre el teclado. También ayuda mucho tener el portátil elevado en un soporte y los vasos en una zona de la mesa un poco más baja.

Otra barrera interesante son las fundas de silicona o membranas para teclado. En sobremesa sirven para proteger el teclado externo, y en portátiles muchas veces marcan la diferencia entre un teclado mojado y un interior empapado. También existen portátiles con teclados “resistentes a derrames” o con certificaciones de resistencia que añaden un plus de tranquilidad.

Cuando transportes el portátil, utiliza mochilas o fundas con cierto nivel de impermeabilidad, sobre todo si te mueves a pie o en moto. Un chaparrón inesperado o una botella que se abre dentro de la mochila pueden montar un desastre sin que te des cuenta hasta horas después.

Por último, acostúmbrate a hacer copias de seguridad frecuentes, tanto en discos externos como en la nube. Derramar agua es solo uno de los muchos posibles enemigos de tus datos; si el hardware muere, al menos que no se lleve también por delante tus fotos, trabajos y documentos importantes.

Un derrame de agua o café sobre el portátil no tiene por qué significar su muerte inmediata, pero sí es una situación delicada en la que cada segundo y cada decisión pesan muchísimo: apagar y desconectar rápido, secar y limpiar con método, respetar los tiempos de secado, no fiarse de mitos como el arroz milagroso y saber en qué momento parar e ir a un técnico son las claves que más influyen en que tu ordenador termine volviendo a la vida o acabe siendo un pisapapeles caro.

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