- Los sistemas operativos ligeros permiten aprovechar PCs antiguos con pocos recursos sin sacrificar seguridad ni funciones básicas.
- Distribuciones Linux como Lubuntu, Xubuntu, antiX, LXLE o BunsenLabs destacan por su bajo consumo y soporte para arquitecturas de 32 bits.
- Opciones especializadas como ChromeOS Flex, Lakka, Tiny Core o FreeDOS cubren usos concretos como trabajo en la nube o juegos retro.
- Probar estas distros en modo Live y acompañarlas de un SSD es la mejor forma de conseguir el máximo rendimiento en hardware veterano.

Tener un ordenador viejo no significa que esté listo para el contenedor. Muchas veces lo único que le pesa es el sistema operativo: Windows se va haciendo más pesado con cada versión, suben los requisitos de RAM, almacenamiento y hasta te exigen cosas como TPM 2.0, mientras que tu PC se queda igual que el primer día. Si encima sigues con Windows 7, 8 o incluso XP, el problema ya no es solo el rendimiento, sino la seguridad: estás usando un SO sin soporte y totalmente expuesto.
La buena noticia es que existen un montón de sistemas operativos ligeros pensados justo para revivir PCs antiguos, desde distribuciones Linux ultra-optimistas con el consumo de recursos hasta variantes recortadas de Windows o sistemas muy especializados para juegos retro o uso en la nube. En las siguientes líneas vas a ver una recopilación muy completa de estas alternativas, qué requisitos tienen, para qué tipo de equipo son recomendables y cómo elegir la que mejor encaja con tu ordenador y con el uso que le quieres dar.
Cuándo tiene sentido pasar a un sistema operativo ligero
El momento de plantearse un sistema operativo ligero llega cuando tu PC deja de ir fluido con su sistema actual: arranques eternos, el navegador tarda una vida en abrirse, las actualizaciones se atragantan y cualquier tarea sencilla se convierte en un suplicio. Esto es todavía más evidente con equipos que se han quedado fuera de Windows 11 por falta de TPM 2.0, por no llegar a los 8 GB de RAM recomendados o por tener procesadores antiguos.
Seguir usando versiones de Windows sin soporte (XP, Vista, 7, 8 e incluso pronto 10) es un riesgo serio. No recibes parches de seguridad, cualquier vulnerabilidad nueva se queda abierta y probar a navegar o iniciar sesión en servicios online desde ahí es como dejar la puerta de casa abierta. Cambiar a un sistema ligero y mantenido es la forma más sencilla de mantener tu privacidad y tus datos a salvo sin cambiar de equipo.
Otro punto clave es el uso que le vas a dar al ordenador. Si solo lo quieres para navegar, tareas de ofimática, reproducir algo de música o algún vídeo suelto, no necesitas un monstruo de recursos: con un buen sistema ligero, hasta un Pentium con 1 GB de RAM puede ir más que digno. Para edición de vídeo, juegos modernos o software muy pesado, en cambio, no hay milagros: el hardware manda.
Requisitos de tu PC y elección de arquitectura
Antes de elegir sistema tienes que conocer bien las tripas de tu PC, y consultar qué sistema operativo instalar en un portátil muy viejo: cantidad de RAM, tipo de procesador (32 o 64 bits), tamaño del disco y, si puedes, la tarjeta gráfica. En equipos muy viejos es habitual encontrar procesadores solo de 32 bits, como muchos Pentium 4 o Celeron de la época, y eso limita directamente las distros que puedes instalar, porque muchas ya solo dan soporte a 64 bits.
Si tu hardware es de 32 bits, tendrás que ir sí o sí a sistemas que mantengan esa compatibilidad. En el mundo Linux, distribuciones derivadas de Debian como antiX, Q4OS (en su edición Trinity), LXLE, BunsenLabs o algunas variantes de Slax siguen ofreciendo imágenes de 32 bits. Otras, como Linux Mint, Ubuntu o Xubuntu recientes, han abandonado esta arquitectura, por lo que tendrías que irte a ediciones antiguas o buscar alternativas pensadas desde cero para máquinas viejas.
El consumo de RAM también marca mucho la elección. Sistemas como Tiny Core Linux, SliTaz, Slax o antiX pueden funcionar con tan solo 128-256 MB de memoria, mientras que otros más completos como Xubuntu, Linux Lite, Zorin OS Lite o Elementary OS se sienten cómodos a partir de 1 GB. Si tu PC tiene 1 GB de RAM o menos, mejor evitar escritorios pesados y apostar por entornos como Openbox, LXDE, LXQt o gestores de ventanas minimalistas.
Por último, el espacio en disco no suele ser un gran drama para estos sistemas ligeros. La mayoría piden entre 5 y 20 GB, aunque hay distros extremas como SliTaz o Tiny Core Linux que ocupan menos de 150 MB tras la instalación. En cualquier caso, si vienes de Windows con 80 GB de disco duro, vas sobrado para cualquiera de estas propuestas.
Linux Mint y Linux Lite: alternativas cómodas para venir de Windows
Si llevas años con Windows y quieres algo que no te descoloque demasiado, Linux Mint y Linux Lite son dos apuestas muy seguras. Ambas se basan en Ubuntu, así que heredan su enorme catálogo de software y su estabilidad, pero están adaptadas para consumir menos recursos y ofrecer una experiencia mucho más amigable.
Linux Mint destaca por un escritorio muy parecido al de Windows clásico, con su barra inferior, menú de inicio y un panel de configuración muy sencillo. De serie incluye Firefox como navegador, LibreOffice como suite de ofimática y un buen puñado de herramientas básicas listas para usar. Además ofrece modo Live USB, es decir, puedes arrancarlo desde un pendrive, probarlo sin tocar el disco duro y, si te convence, instalarlo después con un asistente guiado.
El punto flaco de Mint para equipos realmente antiguos es que las versiones modernas solo se ofrecen ya en 64 bits. Si tu PC es tan viejo que solo soporta 32 bits, tendrás que buscar distros alternativas o recurrir a una edición muy antigua de Mint sin soporte, algo que no es recomendable si te preocupa la seguridad.
Linux Lite, por su parte, también está orientado a usuarios de Windows. Usa el escritorio XFCE, ligero pero bastante vistoso, y su diseño recuerda mucho a Windows XP o incluso a la estética de ChromeOS en algunos detalles. Viene con Google Chrome preinstalado, gestor de correo, visor de fotos, LibreOffice y herramientas de sistema fáciles de entender para cualquiera. Los requisitos mínimos rondan los 1 GHz de CPU, 1 GB de RAM y unos 20 GB de disco, aunque puede arrancar ajustado con algo menos.
En Linux Lite también hay una edición de 32 bits, pero ha dejado de recibir actualizaciones. Eso significa que sirve para cacharrear en un PC muy viejo, pero no como sistema principal si quieres parches y soporte a largo plazo. Aun así, su base Ubuntu y su similitud con Windows lo convierten en un buen primer paso para adentrarse en Linux.
Lubuntu y Xubuntu: la familia Ubuntu en modo ligero
Si te gusta la idea de usar Ubuntu, pero la versión estándar te parece un ladrillo para tu equipo, Lubuntu y Xubuntu son las variantes ligeras más conocidas. Cambian el entorno de escritorio pesado por opciones más livianas, manteniendo los repositorios y el soporte de la distribución madre.
Lubuntu utiliza LXQt como entorno de escritorio, un escritorio moderno, rápido y con una interfaz que recuerda bastante a Windows 10, con panel inferior, menú y bandeja del sistema. Con 1 GB de RAM, 5 GB de disco y una CPU de unos 700 MHz puedes moverlo con soltura para ofimática básica y navegación. Es fácil de usar, ideal para principiantes y, si quieres, puedes instalarlo en arranque dual junto a Windows para ir probándolo sin renunciar todavía a tu sistema actual.
Xubuntu apuesta por XFCE y está pensado desde el principio para equipos con recursos limitados. Sus requisitos mínimos son de unos 512 MB de RAM (aunque con 1 GB va mucho mejor) y un procesador modesto; a cambio, te da un escritorio muy completo, con aplicaciones preinstaladas para navegar, gestionar correo, escribir documentos, manejar hojas de cálculo y reproducir música y vídeo. El aspecto es un poco más sobrio, pero muy funcional y personalizable.
Tanto Lubuntu como Xubuntu se aprovechan de la enorme comunidad de Ubuntu. Eso significa documentación en abundancia, foros activos, tutoriales y compatibilidad con la mayoría de hardware soportado por Linux, algo crucial si usas componentes raros o muy antiguos.
ChromeOS Flex: tu viejo PC como un Chromebook
Para quienes lo hacen todo en el navegador y no necesitan instalar demasiados programas, ChromeOS Flex es una alternativa muy interesante. Básicamente convierte tu PC o portátil en algo muy parecido a un Chromebook: el navegador Chrome se convierte en el centro del sistema y casi todo se hace en la nube.
Los requisitos de ChromeOS Flex son relativamente modestos, pero ya se orientan a hardware algo más moderno: se necesitan CPU Intel o AMD de 64 bits posteriores a 2010, 4 GB de RAM y 16 GB de almacenamiento. Si tu equipo entra dentro de ese rango, probablemente funcione muy fluido y tendrás acceso a todo tipo de servicios web, incluyendo suites como Microsoft 365 o Google Workspace.
Eso sí, esta versión Flex tiene limitaciones frente al ChromeOS que traen los Chromebooks de fábrica. No podrás usar aplicaciones de Android ni acceder a la Google Play Store, ni contar con ciertas funciones avanzadas como las máquinas virtuales corporativas. Aun así, como entorno para navegar, editar documentos online y tener un sistema siempre actualizado y con buen soporte de Google, cumple de sobra.
El gran contra de ChromeOS Flex es el tema de la privacidad. Como todo lo que rodea a Google, el sistema recoge datos de uso y telemetría (ellos mismos lo explican), algo que puede incomodar a quienes buscan máxima discreción. Si ese es tu caso, quizá te convenga más una distro Linux ligera sin tanta recolección de datos.
BunsenLabs, LXLE, antiX y compañía: Debian al rescate de las reliquias
Si hablamos de resucitar auténticos fósiles informáticos, las distros basadas en Debian con entornos mínimos son de lo mejor que hay. Varias de ellas siguen dando soporte a 32 bits y funcionan con cantidades de RAM ridículas, lo que las hace perfectas para Pentium II, III o 4 que ya parecían condenados.
BunsenLabs es una continuación comunitaria de la desaparecida CrunchBang, con una interfaz muy sencilla basada en Openbox. Funciona en equipos de 32 y 64 bits y puede arrancar con tan solo 1 GB de RAM y unos 20 GB de disco. Está construida sobre Debian estable, así que hereda su robustez, pero sus desarrolladores la llevan como un proyecto más de afición que empresarial; ahora mismo se actualiza con regularidad, pero nadie puede prometer que dentro de unos años siga igual de activa.
LXLE también se apoya en Ubuntu/Debian y ofrece un escritorio con muchas similitudes visuales con Windows, para que la curva de aprendizaje sea lo más suave posible. Con apenas 512 MB de RAM y 1 GB de almacenamiento puedes echarla a andar, y lo mejor es que tiene versiones tanto de 32 como de 64 bits. Es una buena opción si quieres algo visualmente amistoso en máquinas muy modestas.
antiX es una de las reinas de la ligereza extrema. Basada igualmente en Debian, puede funcionar con 256 MB de RAM y un procesador Pentium II, usando gestores de ventanas ultra-ligeros como IceWM. A pesar de ello, incluye herramientas prácticas como LibreOffice, Firefox, reproductores de audio como Audacious y editores sencillos de código o texto como Geany. Perfecta para el que quiera volver a la vida PCs de hace dos décadas.
Distribuciones ultraligeras: Tiny Core, SliTaz, Slax y FreeDOS
Si tu objetivo es exprimir hasta el último byte de RAM, hay sistemas que llevan el minimalismo al extremo. A cambio, sacrifican comodidad, aspecto gráfico o cantidad de funciones de serie, pero te permiten arrancar en hardware que hoy casi se considera arqueología.
Tiny Core Linux (TCL) es probablemente el sistema “moderno” más diminuto que puedes encontrar. Parte de un kernel Linux muy recortado y añade una capa BusyBox y otra basada en FLTK para proporcionar un entorno gráfico mínimo. Es capaz de arrancar con apenas 28 MB de RAM, lo que lo hace compatible con equipos de hace más de 20 años, como PCs con procesadores Pentium II y discos diminutos.
El planteamiento de Tiny Core es cargar un sistema base casi vacío y dejar al usuario que instale lo que necesite desde su repositorio, que cuenta con más de 3200 extensiones. De este modo, puedes tener un entorno ultra-ajustado al uso que quieras, sin residuos ni programas sobrantes, a costa de dedicarle algo de tiempo a la configuración.
SliTaz es otra distribución Linux minúscula. Tras la instalación ocupa poco más de 100 MB y su LiveCD pesa apenas 43 MB. Aunque sea tan pequeña, incluye aplicaciones básicas como un navegador web y un reproductor multimedia, para que puedas empezar a usarla sin tener que ir cazando paquetes por ahí. Es ideal si quieres algo con interfaz gráfica pero en un disco ridículamente pequeño.
Slax, basada también en Debian, mezcla portabilidad y sencillez. La imagen ocupa menos de 300 MB y necesita solo 128 MB de RAM para funcionar. Puede arrancarse en modo portátil desde un pendrive o instalarse en el disco duro, y viene ya con un entorno gráfico amigable. Hay ediciones de 32 y 64 bits, lo que la hace muy versátil para revivir PCs de todo tipo.
FreeDOS juega en otra liga: es un clon libre de MS-DOS pensado para ejecutar software antiguo. No tiene interfaz gráfica, todo va a golpe de comandos, pero es perfecto para lanzar programas y juegos de la era .BAT y .EXE de 16 bits, o incluso antiguos Windows como 1.0 o 3.11. Para un equipo muy, muy viejo que quieras dedicar exclusivamente a retrojuegos o aplicaciones clásicas, puede ser una maravilla, siempre que no te asuste la consola.
Sistemas pensados para usos concretos: GhostBSD, Lakka, FreeBSD y compañía
No todo son distros genéricas para escritorio, también hay sistemas ligeros enfocados a tareas muy concretas, como el juego retro, la emulación o variantes más amigables de BSD.
GhostBSD, por ejemplo, se apoya en las herramientas de FreeBSD para ofrecer una experiencia más sencilla y visual. Puede funcionar con menos de 4 GB de RAM y unos 50 GB de disco, e intenta pulir la curva de aprendizaje típica de BSD para que usuarios noveles también puedan disfrutar de su estabilidad y rendimiento. Además, se puede usar en modo híbrido desde un pendrive para llevarlo siempre encima y arrancar distintos ordenadores.
Lakka convierte directamente tu viejo PC en una consola retro. Está basado en LibreELEC, que a su vez es una distribución optimizada para ejecutar Kodi, pero Lakka sustituye Kodi por RetroArch. El resultado: un sistema que arranca en una interfaz muy parecida a la de PS3 desde la que puedes cargar cores de emulación para un montón de consolas clásicas. La imagen ronda los 300 MB y puede funcionar tanto en dispositivos ARM como en ordenadores con procesadores i386 o x86-64.
Con Lakka, ese PC viejo que ya no vale para trabajar puede convertirse en una completa máquina de juegos clásicos. Solo tendrás que preparar un USB, arrancar desde él y seguir las instrucciones para instalar o usarlo en modo Live. Eso sí, la experiencia está muy orientada al mando y a la emulación, no es un sistema de escritorio generalista.
Distros ligeras con estética cuidada: Zorin OS Lite, Elementary OS, Bodhi Linux
Si no quieres renunciar a un diseño bonito por tener un equipo viejo, también hay opciones ligeras que miman mucho la apariencia. A veces consumen algo más de recursos que las minimalistas extremas, pero a cambio resultan mucho más agradables a la vista.
Zorin OS Lite es la edición recortada de Zorin OS, pensada para hardware modesto. Su entorno de escritorio está muy inspirado en Windows, lo que facilita enormemente la transición, y puede funcionar con tan solo 512 MB de RAM y 8 GB de disco. Es una buena mezcla entre ligereza y estética, ideal para usuarios que no quieren un sistema “feo” aunque su PC sea veterano.
Elementary OS sigue otro camino: su interfaz recuerda a macOS, con una barra inferior centrada y un escritorio limpio. Se basa en Ubuntu, así que el soporte de hardware y el acceso a aplicaciones son muy amplios. El escritorio Pantheon está bastante optimizado para ir fluido incluso en equipos antiguos, aunque no es tan extremo como otras distros de esta lista. La ISO ocupa unos 3 GB y no es una distribución pensada para tunearla hasta el infinito; está diseñada para ir bien tal y como viene, y cambiar demasiadas cosas suele empeorar el rendimiento.
Bodhi Linux ofrece un término medio entre ligereza y personalización estética. Usa el entorno Moksha, un fork muy pulido de Enlightenment, que permite un montón de ajustes visuales sin disparar el consumo. Con apenas 512 MB de RAM y 5 GB de disco arranca sin problemas, y su concepto es darte una base muy ligera para que tú añadas lo que necesites.
ReactOS, ChromeOS Flex, Tiny11 y otras alternativas a Windows
Para quienes no quieren apartarse demasiado del “mundo Windows”, hay proyectos que intentan replicar su apariencia o incluso partir del propio sistema de Microsoft, pero en modo superligero.
ReactOS es un sistema operativo de código abierto cuyo objetivo es ser compatible a nivel binario con Windows. Su interfaz recuerda mucho a las viejas versiones de Windows y, en teoría, puede ejecutar muchos de sus programas. Su gran ventaja es que apenas consume recursos: con 512 MB de RAM y 1 GB de disco ya puedes usarlo. El problema es que está en continuo desarrollo, con partes aún inmaduras y una compatibilidad que no siempre es perfecta.
Tiny11 es otra vía: no es una distro nueva, sino una versión recortada de Windows 11 creada por un desarrollador independiente (NTDEV). Elimina bloatware, servicios y telemetría, reduce requisitos y hace posible instalar Windows 11 sin TPM 2.0 y con solo 2 GB de RAM y 8 GB de almacenamiento. A cambio, sigues necesitando una licencia válida de Windows y debes aceptar que es una modificación no oficial con los riesgos que ello implica.
Por último, en el terreno de los sistemas orientados al navegador, ChromeOS Flex ya mencionado permite “chromebookizar” tu portátil. Es gratuito, fácil de instalar y extremadamente ágil para navegar y trabajar online, pero renuncia a muchas funciones propias de un SO tradicional, y además solo está disponible para arquitecturas de 64 bits relativamente modernas.
Cómo probar e instalar un sistema operativo ligero sin liarla
La mayoría de estas distros ligeras permiten probarse sin tocar el disco duro gracias al modo Live. Es la mejor forma de ver si te funciona bien el hardware (tarjeta de red, sonido, WiFi, etc.) y si te sientes cómodo con la interfaz antes de borrar nada.
El proceso básico suele ser el mismo para casi todos: primero descargas la imagen ISO desde la página oficial del proyecto (evita repositorios raros), luego la grabas en un pendrive con herramientas como BalenaEtcher o Ventoy y, por último, configuras la BIOS/UEFI para arrancar desde ese USB. Desde ahí puedes elegir arrancar en modo Live o iniciar directamente el instalador.
En el asistente de instalación te irán pidiendo datos sencillos: idioma, zona horaria, usuario y contraseña, y cómo quieres repartir el disco. Si te da respeto borrar Windows, puedes optar por una instalación en dual boot, que mantenga ambos sistemas y te permita elegir al encender el PC. Eso sí, en equipos muy justos de espacio, lo más práctico suele ser dedicar el disco entero al nuevo sistema ligero.
Un truco importante para mejorar muchísimo el rendimiento, incluso con sistemas ligeros, es sustituir el viejo disco duro mecánico por un SSD. No hace falta que sea muy grande ni caro: solo con pasar de HDD a SSD, los tiempos de arranque del sistema y de las aplicaciones se reducen de forma brutal, y hasta un ordenador antiguo parece otro.
Limitaciones y usos recomendados de los sistemas ligeros
Aunque estos sistemas operativos son una maravilla para alargar la vida de un equipo antiguo, también tienen sus pegas. La mayoría sacrifican elementos visuales modernos, animaciones y efectos gráficos en favor de la funcionalidad. Es decir, olvídate de transparencias, escritorios 3D y florituras: la prioridad es que todo vaya fluido.
Las aplicaciones preinstaladas suelen ser las justas y necesarias. Si quieres un ecosistema de programas amplio, tendrás que ir añadiéndolos tú mismo desde los repositorios o, en el caso de Windows modificado, instalándolos a mano. Eso sí, casi todas las distros modernas de Linux incluyen gestores de software muy cómodos, así que tampoco es un drama.
También hay casos extremos en los que el sistema ni siquiera ofrece interfaz gráfica, como FreeDOS o algunas instalaciones muy minimalistas de BSD o Linux pensadas solo para servidor. Ahí todo se controla con comandos, algo que puede tirar para atrás a quien está acostumbrado al ratón y a las ventanas. La ventaja, claro, es que el consumo de recursos es mínimo y los usuarios avanzados pueden exprimir el equipo al máximo.
Lo que no debes esperar de estos sistemas es un rendimiento excelente en tareas pesadas como edición de vídeo, trabajo con gráficos 3D o juegos actuales. Para eso, el cuello de botella será el hardware, no el sistema. En cambio, son perfectos para navegar, trabajar con documentos, gestionar correo, reproducir música o vídeo en resoluciones moderadas y utilizar aplicaciones en la nube.
Dar una segunda vida práctica a tu ordenador antiguo
Más allá de seguir usándolo como “PC principal”, un ordenador antiguo con un sistema ligero puede asumir un montón de roles útiles en casa. Por ejemplo, puedes dedicarlo a tareas ofimáticas básicas (redactar textos, hacer hojas de cálculo sencillas), usarlo como máquina para navegar por Internet o como equipo para que los peques aprendan sin miedo a estropear tu PC principal.
Otra idea recurrente es emplearlo como centro para juegos retro, usando sistemas como Lakka, o incluso con una distro ligera normal y emuladores instalados; además, aprender a organizar tu colección de ROM en un NAS facilita el acceso. Los títulos clásicos de consolas antiguas o de la época de MS-DOS tienen requisitos ridículos comparados con los juegos actuales, así que un equipo de hace 15 o 20 años puede con ellos sin problemas.
También sirve como pequeño servidor doméstico o “trastero digital”. Puedes guardar en él fotos, vídeos y archivos que no necesitas a diario, liberando espacio en tu ordenador principal, y acceder a ellos a través de la red local. Incluso tareas como tener una copia de seguridad adicional, un servidor multimedia sencillo o un punto de descarga P2P se pueden cubrir con estos equipos reciclados.
Apostar por un sistema operativo ligero en lugar de tirar el PC ayuda tanto a tu bolsillo como al medio ambiente. Evitas comprar un equipo nuevo solo para navegar y escribir cuatro documentos, reduces tu aportación a las toneladas de basura electrónica que se generan cada año y, de paso, aprendes algo nuevo sobre otras plataformas más seguras y flexibles que un Windows obsoleto.
Tabla de Contenidos
- Cuándo tiene sentido pasar a un sistema operativo ligero
- Requisitos de tu PC y elección de arquitectura
- Linux Mint y Linux Lite: alternativas cómodas para venir de Windows
- Lubuntu y Xubuntu: la familia Ubuntu en modo ligero
- ChromeOS Flex: tu viejo PC como un Chromebook
- BunsenLabs, LXLE, antiX y compañía: Debian al rescate de las reliquias
- Distribuciones ultraligeras: Tiny Core, SliTaz, Slax y FreeDOS
- Sistemas pensados para usos concretos: GhostBSD, Lakka, FreeBSD y compañía
- Distros ligeras con estética cuidada: Zorin OS Lite, Elementary OS, Bodhi Linux
- ReactOS, ChromeOS Flex, Tiny11 y otras alternativas a Windows
- Cómo probar e instalar un sistema operativo ligero sin liarla
- Limitaciones y usos recomendados de los sistemas ligeros
- Dar una segunda vida práctica a tu ordenador antiguo