- La mayoría de cuelgues en Windows 11 se deben a drivers de GPU, actualizaciones conflictivas, software problemático o archivos de sistema dañados.
- Antes de medidas drásticas conviene cerrar apps congeladas, revisar periféricos, actualizar controladores y comprobar la configuración de energía.
- Herramientas como SFC, DISM, Restaurar sistema, el arranque limpio y el modo seguro ayudan a localizar y corregir el origen de las congelaciones.
- Si nada funciona, un restablecimiento o reinstalación limpia de Windows 11 suele devolver la estabilidad, previa copia de seguridad de los datos.
Cuando Windows 11 se queda congelado en mitad de una partida, de una videollamada o mientras trabajas, la sensación es de auténtica impotencia. El ratón se mueve a tirones o directamente se queda clavado, el sonido se corta o se oye a trompicones, y al final no queda otra que mantener pulsado el botón de encendido y rezar para no perder nada importante.
La buena noticia es que, aunque este fallo parezca aleatorio, suele tener causas bastante claras: controladores que no se llevan bien con la última actualización, problemas de energía, aplicaciones que se pelean entre ellas, errores en archivos del sistema o incluso ajustes de suspensión mal configurados. Con un poco de método se puede localizar el origen y dejar de vivir con el miedo a que el PC se congele cada dos por tres.
Por qué Windows 11 se congela sin avisar
Detrás de un cuelgue aparentemente aleatorio suele haber un motivo técnico bastante concreto. Windows 11 no se queda congelado “porque sí”: normalmente hay un componente (software o hardware) que bloquea la cola de tareas del procesador, satura la memoria o provoca que el sistema deje de responder.
Muchos usuarios describen que, antes del bloqueo total, el cursor se mueve muy lento, la imagen va a tirones y el audio se oye entrecortado. En ocasiones la pantalla se apaga de golpe, pero el sonido sigue unos minutos e incluso se pueden seguir oyendo las voces en una llamada, aunque el micrófono ya no funcione. En otros casos el síntoma es que el sistema se queda sin respuesta justo tras cerrar un juego o al abrir el navegador.
Un patrón bastante habitual es que, una vez que se produce el primer cuelgue, el equipo vuelve a congelarse enseguida si se reinicia sin dejarlo “reposar” un rato. Esto apunta, muchas veces, a un problema de controladores, temperatura o gestión de energía, más que a un fallo físico inmediato de la RAM o del procesador.
También es frecuente que el bloqueo aparezca tras una actualización concreta de Windows 11 o después de instalar nuevos drivers de la GPU. Hay usuarios que han notado el problema justo después de pasar a versiones como 22H2 o de instalar determinadas actualizaciones acumulativas o de .NET; otros han empezado a sufrir congelaciones al actualizar a una versión reciente de los controladores AMD o NVIDIA.
Causas más habituales de congelación en Windows 11
Aunque pueda parecer que cualquier cosa puede causar el problema, en la práctica la mayoría de cuelgues recurrentes en Windows 11 se explican por un grupo reducido de causas típicas. Entenderlas ayuda mucho a enfocar bien la solución de problemas.
Controladores de GPU obsoletos, dañados o incompatibles
Una de las razones más comunes por las que Windows 11 se congela al jugar o al usar navegadores con aceleración por hardware es que los controladores de la tarjeta gráfica no encajan bien con el sistema o con una actualización reciente. Puede ocurrir tanto con GPUs AMD (como una 6800XT o una 6700 XT) como con NVIDIA (por ejemplo, una RTX 3060 Ti) o Intel.
Cuando el driver gráfico falla, el sistema puede mostrar artefactos, apagones de pantalla, icono de “Sin Internet” sin que el router tenga nada, o incluso una pantalla de recuperación verde o azul. A veces basta con desactivar la aceleración por hardware en el navegador para reducir la frecuencia de los cuelgues, pero si el controlador está realmente dañado o mal optimizado, seguirán apareciendo problemas en juegos o aplicaciones que tiran de GPU.
Actualizaciones de Windows con conflictos
Microsoft ha reconocido en varias ocasiones que ciertas actualizaciones acumulativas pueden causar incompatibilidades con algunos drivers o configuraciones concretas. Hay casos de equipos que empiezan a colgarse justo después de instalar un parche de vista previa, un paquete de experiencia en línea o una actualización del marco .NET.
En estas situaciones, el equipo puede funcionar bien durante horas y, de repente, congelarse al azar mientras se navega, se juega o incluso cuando el sistema está en reposo. A menudo las demás máquinas de la red siguen funcionando, así que no es un fallo de la conexión, sino un bloqueo local del sistema tras algún conflicto interno.
RAM insuficiente, mal gestionada o con errores
La memoria es otra pieza clave. Aunque un PC con 16 GB o 32 GB de RAM, como los casos descritos, debería ir sobrado para la mayoría de usos, la presencia de archivos temporales acumulados, programas mal optimizados o procesos que se quedan colgados puede provocar que la RAM se llene y que el sistema se quede sin recursos.
En otros escenarios, módulos de RAM defectuosos o mal configurados (frecuencias y voltajes agresivos, perfiles XMP inestables, etc.) pueden causar fallos intermitentes. Windows incluye una herramienta de Diagnóstico de memoria que permite comprobar si hay errores básicos, aunque para descartar de forma más exhaustiva pueden hacerse pruebas adicionales con utilidades de terceros.
Archivos de sistema dañados o faltantes
Los archivos de sistema corruptos son otra causa frecuente. Si alguna parte crítica de Windows 11 se corrompe (por un cierre brusco, malware, cortes de luz o errores del disco), es posible que el sistema empiece a congelarse en momentos muy concretos: al iniciar sesión, al abrir una herramienta como Recortes, al lanzar una app de juegos, etc.
Para estos casos existen utilidades integradas como SFC (System File Checker) y DISM, que revisan la integridad de los archivos del sistema y restauran versiones correctas desde la caché de Windows o desde los servidores de Microsoft. Muchos usuarios ya han ejecutado comandos como sfc /scannow o distintas variantes de DISM, con resultados mixtos según el tipo de daño presente.
Programas conflictivos y aplicaciones en segundo plano
Ciertos programas de terceros pueden provocar bloqueos muy molestos. No es raro ver conflictos con software de sonido o de juego (como algunos módulos de Sonic Suite o Sonic Studio), herramientas de personalización RGB (por ejemplo, iCUE), utilidades de overclocking (MSI Afterburner y similares) o clientes de descarga como qBittorrent si están mal configurados.
Cuando estas apps se cargan con el inicio o se quedan en segundo plano, pueden entrar en conflicto con otros servicios, bloquear el acceso a recursos clave o generar fugas de memoria que acaban en una congelación del sistema. En ocasiones, un simple arranque limpio (cargar solo servicios de Microsoft y desactivar el resto) basta para comprobar si el origen está en algún programa de terceros instalado recientemente.
Malware y software no deseado
El malware, los virus y el adware también tienen su papel. Este tipo de software suele consumir muchos recursos de CPU, RAM y disco, monitorizar constantemente la actividad o inyectarse en procesos críticos, lo que puede desembocar en caídas de rendimiento y cuelgues periódicos.
Windows 11 incorpora protección integrada a través de Seguridad de Windows / Windows Defender, que permite realizar análisis rápidos, completos y personalizados. Además, herramientas como la Herramienta de eliminación de software malintencionado (MSRT) ayudan a detectar amenazas concretas que pueden estar provocando el problema.
Configuraciones de energía, suspensión e inicio rápido
Otro foco frecuente son las opciones de energía. Si el perfil está mal configurado, la máquina puede entrar en suspensión o hibernación y luego no reactivarse correctamente, quedándose la pantalla en negro o congelada, aunque el sistema parezca encendido. Esto es muy típico tras un tiempo de inactividad o al volver de reposo.
Ajustes como la suspensión híbrida, la hibernación o el Inicio rápido pueden chocar con determinados drivers de GPU, chipsets o discos SSD. Desactivar temporalmente estas funciones y mantener un plan de energía más conservador ayuda a comprobar si ahí está la raíz del problema.
Comprobaciones rápidas cuando Windows 11 se queda congelado
Antes de meterse en pruebas avanzadas, conviene hacer una serie de pasos rápidos de comprobación que pueden evitarte horas de diagnóstico y, en muchos casos, solucionan el problema sin necesidad de mayores complicaciones.
Esperar unos minutos y revisar la carga
Puede sonar a tópico, pero a veces lo más sensato es esperar unos 10‑15 minutos. Si Windows está instalando una actualización pesada, aplicando cambios en segundo plano o procesando una tarea muy exigente (indexación, compresión, antivirus escaneando, etc.), el sistema puede parecer congelado aunque realmente siga trabajando.
Si tras ese tiempo vuelve a responder, merece la pena abrir el Administrador de tareas (Ctrl + Shift + Esc o Ctrl + Alt + Supr y seleccionarlo) para revisar qué proceso estaba consumiendo CPU, memoria o disco de forma exagerada. Identificar esa aplicación puede dar pistas claras sobre qué está provocando los tirones.
Cerrar aplicaciones que no responden
Cuando solo una app se ha quedado colgada pero el resto del sistema responde, lo mejor es forzar su cierre desde el Administrador de tareas. Un simple programa bloqueando memoria o recursos de GPU puede arrastrar a todo Windows detrás.
En la pestaña Procesos, localiza la aplicación problemática (por ejemplo, un navegador, un juego o un editor de vídeo) y usa la opción Finalizar tarea. Si aparece la opción “Reiniciar” para una app concreta, también puedes usarla para ver si se recupera sin necesidad de apagar todo el sistema.
Desconectar periféricos y comprobar el hardware externo
Aunque el hardware interno no suele ser el culpable directo de un congelamiento suave (normalmente provocaría una pantalla azul), los periféricos externos y sus controladores sí pueden dar guerra. Un teclado, un ratón, un disco externo o incluso un monitor mal reconocido pueden dejar a Windows colgado.
Si el sistema se bloquea solo cuando ciertos dispositivos están enchufados, prueba a iniciar con lo mínimo imprescindible: ratón, teclado y monitor principal. A partir de ahí, ve conectando uno a uno (almacenamiento USB, monitores secundarios, etc.) hasta encontrar cuál dispara el problema, y luego reinstala o actualiza sus drivers específicos.
Reiniciar forzando el apagado
Si el equipo está completamente congelado y ni siquiera responde a la combinación Ctrl + Alt + Supr, no queda otra que forzar un apagado. Mantén pulsado el botón de encendido unos 5 segundos hasta que la pantalla se apague por completo, espera unos segundos y vuelve a encender.
Aunque no es lo ideal porque puede corromper archivos, a veces es la única forma de recuperar el control. Si las congelaciones empiezan a ser frecuentes, conviene actuar cuanto antes para evitar que esos apagados bruscos acaben provocando daños permanentes en el sistema o en el disco.
Soluciones avanzadas para dejar de sufrir cuelgues en Windows 11
Si el problema se repite con frecuencia, toca pasar a medidas algo más técnicas. No hace falta ser ingeniero, pero sí seguir los pasos con calma y, siempre que sea posible, hacer copia de seguridad de los datos importantes antes de cambios serios.
Actualizar y revisar los controladores de la GPU
Empieza por la tarjeta gráfica, que suele ser la gran protagonista cuando hay congelaciones jugando o viendo contenido en la web. Para actualizar desde Windows, abre el Administrador de dispositivos, despliega “Adaptadores de pantalla”, haz clic derecho en tu GPU y selecciona “Actualizar controlador”.
No obstante, para una actualización más fiable es preferible ir directamente a la web oficial del fabricante (NVIDIA, AMD o Intel), descargar la última versión estable del controlador y realizar una instalación limpia si la utilidad lo permite. En algunos casos extremos puede ser útil probar con una versión anterior del driver si el problema comenzó justo tras actualizar a la última.
Si sospechas que el controlador gráfico se ha quedado en un estado extraño, puedes usar el atajo Windows + Ctrl + Shift + B para reiniciarlo. La pantalla parpadeará un segundo y, si el problema era puntual, el sistema puede volver a la normalidad sin necesidad de reinicio completo.
Comprobar actualizaciones de Windows 11
Las actualizaciones del sistema traen parches de seguridad y mejoras de estabilidad, pero también pueden introducir bugs. Es importante comprobar desde Configuración > Windows Update si hay actualizaciones pendientes de instalar o reinicios necesarios.
Si el equipo empezó a congelarse justo tras un parche muy concreto y no hay solución clara, puede valorarse desinstalar temporalmente esa actualización desde el historial de Windows Update o esperar a que Microsoft publique un parche correctivo posterior. Mientras tanto, es recomendable desactivar actualizaciones de vista previa si el equipo se usa para trabajar y necesitas máxima estabilidad.
Buscar errores de hardware y rendimiento con diagnósticos
Windows cuenta con varias herramientas para diagnosticar el sistema. Una de ellas es el informe de rendimiento que se genera con el comando perfmon /report, donde se analiza el estado de hardware, drivers y servicios. También puedes usar el Diagnóstico de memoria para revisar problemas básicos de RAM.
En equipos de marca (como algunos modelos Dell, Acer, etc.) suele haber utilidades propias de diagnóstico, tipo EPSA o similares, que se lanzan al arrancar pulsando una tecla (F12 en el caso de Dell) y permiten revisar memoria, disco, ventiladores y otros componentes. Si estas pruebas devuelven códigos de error concretos, es buena idea anotarlos y consultar el soporte del fabricante.
Revisar y limpiar archivos temporales
Con el tiempo, se acumulan archivos temporales y restos de desinstalaciones que ocupan espacio y pueden ralentizar el sistema, en especial si la unidad C: está muy llena. Para aligerar carga, abre el Explorador de archivos, ve a “Este equipo”, haz clic derecho en la unidad del sistema y entra en “Propiedades”. Ahí podrás usar la herramienta de Liberador de espacio en disco para borrar temporales, descargas antiguas y otros elementos prescindibles.
Otra vía es abrir la ventana Ejecutar (Windows + R), escribir %temp% y eliminar el contenido de esa carpeta. Si no quieres que pasen por la papelera, puedes seleccionarlos todos y usar la combinación Mayús + Supr para borrarlos definitivamente. Esto no arreglará por sí solo un conflicto de drivers, pero ayuda a que el sistema tenga margen de maniobra y reduce problemas derivados de falta de espacio.
Analizar y reparar archivos de sistema con SFC y DISM
Si sospechas que hay corrupción interna en Windows, abre el Símbolo del sistema como administrador (buscando “cmd” y eligiendo “Ejecutar como administrador”) y ejecuta el comando sfc /scannow. Este proceso revisa los archivos de sistema y sustituye los dañados por versiones correctas.
Si SFC no consigue resolverlo todo, puedes reforzar la reparación con distintos comandos de DISM, como los modos de ScanHealth, CheckHealth, RestoreHealth o startComponentCleanup. Estas herramientas rehacen la imagen de Windows 11 y, en muchos casos, eliminan inestabilidades que terminaban provocando cuelgues.
Revisar configuración de energía, suspensión e inicio rápido
Para problemas que aparecen después de un tiempo sin tocar el equipo, revisa en Configuración > Sistema > Energía y batería > Pantalla y reposo cómo están ajustados los tiempos de apagado de pantalla y suspensión. Puedes ampliar esos tiempos o desactivar temporalmente la suspensión para ver si desaparecen las congelaciones.
También puedes abrir el Panel de control clásico, ir a Hardware y sonido > Opciones de energía, y desde el plan activo entrar en “Cambiar la configuración del plan > Cambiar la configuración avanzada de energía”. En el apartado Suspender, revisa la suspensión híbrida, hibernación y apagado de disco duro. Desactivar Inicio rápido desde “Elegir el comportamiento de los botones de inicio/apagado” suele ayudar cuando hay conflictos con algunos controladores o SSDs.
Arranque limpio para detectar aplicaciones conflictivas
Si sospechas que alguna aplicación de terceros se está llevando por delante la estabilidad del sistema, puedes realizar un inicio limpio. Para ello, ejecuta “msconfig” (Configuración del sistema), marca Inicio selectivo, desactiva “Cargar elementos de inicio” y, en la pestaña Servicios, marca “Ocultar todos los servicios de Microsoft” y pulsa “Deshabilitar todo”.
Al reiniciar, Windows arrancará solo con los servicios esenciales. Si en este escenario desaparecen las congelaciones, el culpable casi seguro está entre los programas o servicios desactivados. A partir de ahí, se trata de ir reactivando por grupos hasta localizar la app problemática (antivirus de terceros, utilidades RGB, software de audio, etc.).
Uso de Restaurar sistema y opciones de recuperación
Cuando el problema comenzó en una fecha bastante concreta (tras instalar un driver, una app o un parche), resulta muy útil recurrir a Restaurar sistema. Busca “Crear un punto de restauración”, entra en las propiedades del sistema y utiliza la opción “Restaurar sistema” para elegir un punto anterior.
Esta función no tocará tus documentos personales, pero sí eliminará aplicaciones, controladores y actualizaciones instaladas después de crear el punto. En el cuadro “Buscar programas afectados” podrás ver qué se perderá durante el proceso y confirmarlo con cierta tranquilidad. Si no hay puntos de restauración disponibles, probablemente la protección del sistema estaba desactivada y no habrá nada a lo que volver.
Modo seguro y opciones de arranque avanzado
Para comprobar si los cuelgues se deben a controladores o software de terceros, puedes arrancar en Modo seguro. Desde Configuración > Sistema > Recuperación, usa el inicio avanzado (“Reiniciar ahora”) y, en las opciones azules, entra en Solucionar problemas > Opciones avanzadas > Configuración de inicio. Tras reiniciar, pulsa 4 o F4 para arrancar en modo seguro.
Si en este modo el sistema funciona durante horas sin congelarse, es una señal bastante clara de que el problema está en algún driver o aplicación que solo se carga en modo normal. A partir de ahí, toca ir afinando con el arranque limpio, desinstalando programas recién instalados o actualizando controladores clave.
Último recurso: restablecer o reinstalar Windows 11
Si tras todo lo anterior las congelaciones continúan y has descartado errores físicos graves, la opción más radical es restablecer Windows 11 a valores de fábrica o realizar una reinstalación limpia con los medios originales. Antes de hacerlo, es imprescindible hacer copia de seguridad de cualquier dato importante.
El restablecimiento desde Configuración permite elegir si quieres conservar archivos personales o eliminar todo. En ambos casos, se borrarán aplicaciones, drivers instalados y ajustes, dejando el sistema como si acabase de salir de la caja. Es una solución drástica, pero en equipos donde se han ido acumulando muchas capas de software y cambios suele devolver la estabilidad que se había perdido.
Vivir con un Windows 11 que se congela constantemente no es inevitable; con algo de paciencia y siguiendo un orden lógico —revisando drivers de GPU, actualizaciones de Windows, memoria, archivos de sistema, ajustes de energía, programas conflictivos y, si hace falta, usando Restaurar sistema o un buen formateo— lo habitual es que se pueda recuperar un funcionamiento fluido y sin sobresaltos, volviendo a usar el PC para jugar, trabajar o estudiar sin estar pendiente de si el siguiente clic dejará la pantalla clavada.
Tabla de Contenidos
- Por qué Windows 11 se congela sin avisar
- Causas más habituales de congelación en Windows 11
- Controladores de GPU obsoletos, dañados o incompatibles
- Actualizaciones de Windows con conflictos
- RAM insuficiente, mal gestionada o con errores
- Archivos de sistema dañados o faltantes
- Programas conflictivos y aplicaciones en segundo plano
- Malware y software no deseado
- Configuraciones de energía, suspensión e inicio rápido
- Comprobaciones rápidas cuando Windows 11 se queda congelado
- Soluciones avanzadas para dejar de sufrir cuelgues en Windows 11
- Actualizar y revisar los controladores de la GPU
- Comprobar actualizaciones de Windows 11
- Buscar errores de hardware y rendimiento con diagnósticos
- Revisar y limpiar archivos temporales
- Analizar y reparar archivos de sistema con SFC y DISM
- Revisar configuración de energía, suspensión e inicio rápido
- Arranque limpio para detectar aplicaciones conflictivas
- Uso de Restaurar sistema y opciones de recuperación
- Modo seguro y opciones de arranque avanzado
- Último recurso: restablecer o reinstalar Windows 11