Componentes de un ordenador: guía completa del hardware

Última actualización: 28 de diciembre de 2025
  • La CPU, la placa base, la RAM, el almacenamiento, la fuente y la GPU forman el núcleo imprescindible de cualquier ordenador.
  • La placa base y el chipset determinan la compatibilidad entre procesador, memoria, gráficos y unidades de almacenamiento.
  • Periféricos y tarjetas de expansión amplían las posibilidades del equipo, pero requieren un equilibrio con consumo y refrigeración.
  • Una buena planificación de potencia, ventilación y compatibilidad garantiza un PC estable, rápido y fácil de ampliar.

componentes de un ordenador

Si alguna vez te has preguntado qué hay realmente dentro de tu PC y cómo encaja cada pieza, este artículo es para ti. Vamos a destripar, con calma y sin tecnicismos innecesarios, todas las partes que forman un ordenador, qué hacen y por qué son tan importantes para que todo funcione como un reloj.

A lo largo del texto verás que algunos componentes son imprescindibles para que el equipo arranque, mientras que otros son opcionales o sirven para ampliar funciones. La idea es que al terminar tengas claro qué es el hardware principal, qué entra en la categoría de periféricos y cómo se relacionan entre sí, tanto si quieres entender mejor tu PC como si estás pensando en montarte uno por piezas.

Qué es el hardware y cómo se ha organizado tradicionalmente

Cuando hablamos de hardware nos referimos a toda la parte física del ordenador: placas, chips, cables, caja, pantalla, teclado, etc. Es decir, todo aquello que se puede tocar. Frente a él está el software, que engloba sistemas operativos, programas, datos y, en general, la parte lógica e intangible.

A nivel histórico, la electrónica de los ordenadores ha ido evolucionando por generaciones tecnológicas. Primero se trabajó con tubos de vacío, luego con transistores y más tarde con circuitos integrados, cada salto permitiendo máquinas más rápidas, pequeñas y baratas. Hoy en día se habla de integración a muy gran escala (VLSI) y de microprocesadores capaces de concentrar en un solo chip lo que antes ocupaba placas enteras.

Desde el punto de vista práctico, suele distinguirse entre hardware principal (lo imprescindible para que el ordenador funcione) y hardware complementario, que añade funciones extra pero no es estrictamente necesario. Dentro de ese hardware principal encontramos siempre cuatro grandes bloques: entrada de datos, procesamiento, memoria y salida/almacenamiento.

Componentes internos básicos de un ordenador

Dentro de la caja se esconden los componentes que de verdad mandan. Si falta uno de los elementos clave, el sistema simplemente no será utilizable (aunque a veces llegue a encender y solo muestre errores).

La CPU o procesador: el cerebro del sistema

La Unidad Central de Procesamiento (CPU) es el componente encargado de interpretar y ejecutar las instrucciones de los programas. Todo lo que haces en el PC, desde abrir un navegador hasta jugar o editar vídeo, acaba pasando por la CPU en forma de operaciones aritméticas, lógicas y de control.

Un procesador moderno está formado por uno o varios núcleos, y cada núcleo puede gestionar múltiples hilos de ejecución. Cuantos más núcleos e hilos tenga, y a mayor frecuencia (GHz) trabaje, más tareas podrá manejar a la vez y más rápido las completará. Eso sí, siempre dentro de los límites que marque el resto del hardware.

En un PC de sobremesa, el microprocesador se instala en un zócalo específico de la placa base, lo que conocemos como socket. Sobre el procesador se coloca un disipador y normalmente uno o varios ventiladores, porque la energía que consume se convierte en calor y, si no se evacúa, puede dañar el chip o hacer que el sistema se apague para protegerse.

Aunque solemos pensar en la CPU solo dentro del ordenador, los microprocesadores están presentes en una enorme cantidad de dispositivos: móviles, televisores, coches, electrodomésticos, consolas, etc. En el entorno PC, los fabricantes más conocidos son Intel y AMD; si dudas entre portátil y sobremesa, conviene tener en cuenta factores como movilidad, potencia y refrigeración. En móviles y equipos de bajo consumo mandan diseños basados en ARM, distribuidos por empresas como Qualcomm, MediaTek, Samsung o NVIDIA.

Placa base: el gran punto de encuentro

La placa base (también llamada placa madre) es la gran tarjeta de circuito impreso donde se conectan y comunican todos los demás componentes. Aloja el socket para la CPU, los bancos de memoria RAM, las ranuras de expansión (PCIe), los conectores para almacenamiento, los puertos traseros (USB, red, audio, vídeo) y buena parte de la electrónica de control.

En la placa se integra un conjunto de chips conocido como chipset de ordenador, que controla la comunicación entre la CPU, la RAM, el almacenamiento y las tarjetas de expansión. Este chipset, junto con el socket físico del procesador, determina qué modelos de CPU y qué tipo de memoria son compatibles con cada placa.

Además de actuar como “esqueleto” físico, la placa base se encarga de distribuir la energía que llega desde la fuente de alimentación, de temporizar y sincronizar las comunicaciones y de supervisar aspectos como temperaturas o voltajes. La configuración básica del hardware se realiza mediante un firmware, conocido como BIOS o UEFI, que se ejecuta antes de cargar el sistema operativo.

Con el paso de los años, muchas funciones que antes requerían tarjetas dedicadas (audio, red, vídeo básico) se han integrado en la propia placa o directamente en el procesador. La tendencia actual es agrupar cada vez más elementos en un único chip, lo que se conoce como SoC (System on a Chip), muy típico en móviles y mini PCs.

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Memoria RAM: el espacio de trabajo de la CPU

La memoria RAM (Random Access Memory) es la que utiliza el ordenador para guardar temporalmente los datos y programas que la CPU está usando en ese momento. Su característica principal es que permite acceder a cualquier posición con el mismo tiempo de espera, sin necesidad de ir en orden, lo cual es imprescindible para seguir el flujo de un programa moderno.

Se trata de una memoria volátil, lo que significa que pierde toda su información en cuanto se corta la alimentación eléctrica. Por eso, aunque apagues el PC, el sistema operativo y tus archivos siguen estando a salvo en la unidad de almacenamiento, no en la RAM.

En la práctica, la memoria se presenta en forma de módulos (DIMM para sobremesa y SO-DIMM para portátiles) que se insertan en las ranuras de la placa base. En cada módulo hay varios chips de memoria DRAM, organizados para ofrecer capacidades que hoy en día suelen ir desde unos pocos gigabytes hasta 32 GB o más por módulo en equipos domésticos.

Las tecnologías de RAM han ido evolucionando: SDR, DDR, DDR2, DDR3, DDR4 y la más reciente DDR5, que ofrece mayores frecuencias, más ancho de banda y menor consumo energético. A la hora de elegir, importan tanto la capacidad total (para poder tener muchas aplicaciones abiertas) como la velocidad efectiva (MHz y latencias) para que el procesador no tenga que esperar demasiado a los datos; si tu equipo va lento, consulta por qué mi ordenador va lento.

Existen también memorias especializadas, como la SRAM (usada como caché por su enorme rapidez), la NVRAM (no volátil, típica en memorias flash) o la VRAM, memoria dedicada de las tarjetas gráficas que permite manejar texturas y fotogramas de vídeo sin saturar la RAM principal.

Almacenamiento: donde viven tus datos

Como la RAM se borra al apagar, el sistema necesita un lugar donde guardar de forma permanente el sistema operativo, los programas y los archivos del usuario. Ahí entran en juego las unidades de almacenamiento: discos duros (HDD) y unidades de estado sólido (SSD); si necesitas recuperar datos importantes, aquí tienes una guía sobre cómo recuperar archivos de un disco duro.

Un HDD clásico utiliza platos magnéticos que giran y una cabeza que lee o escribe los datos. Son relativamente baratos y ofrecen mucha capacidad (varios terabytes) a buen precio, pero su velocidad está limitada por la mecánica interna.

Los SSD, por el contrario, usan chips de memoria flash, sin partes móviles. Esto les permite acceder a los datos de forma mucho más rápida, con menor consumo y mayor resistencia a golpes. Dentro de los SSD encontramos modelos SATA (limitados por la interfaz heredada de los discos duros) y unidades NVMe que se conectan mediante PCIe, normalmente en formato M.2, y que alcanzan velocidades impresionantes; si consideras mejorar tu equipo, guía sobre cambiar un disco duro por un SSD puede ser de ayuda.

En muchos equipos actuales se combina un SSD para el sistema operativo y programas principales con un HDD de gran capacidad para datos voluminosos (vídeos, copias de seguridad, bibliotecas de juegos). Los dispositivos externos, como discos USB o tarjetas SD, actúan como almacenamiento adicional o de respaldo, pero suelen considerarse periféricos, no componentes internos estrictos.

Tarjeta gráfica o GPU: potencia visual

La tarjeta gráfica es el componente encargado de generar las imágenes que ves en la pantalla. Su misión es liberar a la CPU de los cálculos masivos necesarios para renderizar gráficos en 2D y 3D, especialmente importantes en videojuegos, diseño, edición de vídeo o aplicaciones de cálculo en coma flotante.

Dentro de la tarjeta encontramos la GPU (Graphics Processing Unit), que funciona de forma muy paralela, con miles de núcleos simples. Esta estructura hace que la GPU sea extremadamente eficiente para ciertas tareas matemáticas, hasta el punto de que hoy se aprovecha para usos no gráficos (GPGPU), como inteligencia artificial, minería de criptomonedas o simulaciones científicas; si tu objetivo es jugar, consulta una guía para elegir un PC gaming equilibrado.

Hay dos grandes tipos de soluciones gráficas. Por un lado, las tarjetas dedicadas, con su propia memoria VRAM y un rendimiento muy superior. Por otro, las GPU integradas en el procesador o en la placa base (iGPU o IGP), que comparten la RAM del sistema y son suficientes para usos ofimáticos, navegación, vídeo y juegos ligeros.

La tarjeta gráfica también ofrece los puertos de salida de vídeo (HDMI, DisplayPort, DVI, etc.), que permiten conectar uno o varios monitores, proyectores o televisores. Si el equipo no dispone de ninguna solución gráfica, simplemente no habrá manera de mostrar imagen y no podrías interactuar con el sistema de forma convencional.

Fuente de alimentación: el corazón eléctrico

La fuente de alimentación (PSU) es la encargada de recibir la corriente alterna de la red eléctrica y transformarla en corriente continua estable con los voltajes que necesitan la placa base, la CPU, la GPU, las unidades de almacenamiento y el resto de componentes.

En un sobremesa suele montarse dentro de la propia caja, mientras que en portátiles y mini PCs buena parte de la conversión se hace en un adaptador externo. Su potencia se mide en vatios (W) y debe ser suficiente para cubrir el consumo máximo de todos los componentes, dejando cierto margen de seguridad y posibles ampliaciones futuras.

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Para evaluar la calidad de una fuente existe la certificación 80 Plus, que mide su eficiencia energética. Según el estándar, una PSU debe aprovechar al menos un 80% de la energía que toma de la red, y las categorías (White, Bronze, Silver, Gold, Platinum, Titanium) indican niveles de eficiencia crecientes.

Una fuente más eficiente no solo gasta menos electricidad por la misma potencia útil, sino que también genera menos calor y suele tener una vida útil mayor. Además, muchas fuentes modernas son modulares, lo que permite conectar solo los cables necesarios y mejorar el flujo de aire dentro de la caja.

Sistema de refrigeración: manteniendo a raya las temperaturas

Cuando los componentes trabajan, consumen energía y generan calor. Si esa temperatura no se controla, baja el rendimiento, se acorta la vida útil de las piezas e incluso el ordenador puede apagarse de golpe para evitar daños. Por eso, el sistema de refrigeración forma parte esencial del hardware.

En un PC típico encontramos una combinación de elementos: ventiladores en la caja para crear flujo de aire, disipadores de aluminio o cobre sobre CPU y, a veces, sobre la GPU y el chipset, y en muchos casos soluciones más avanzadas como refrigeración líquida todo en uno (AIO) o circuitos personalizados. Si quieres comprobar por qué tu equipo se calienta, este artículo explica si tu ordenador se calienta.

Los ventiladores pueden estar pensados para mover gran volumen de aire o para generar alta presión estática, algo clave cuando tienen que empujar aire a través de radiadores o rejillas densas. Es importante que la orientación de los ventiladores cree un flujo coherente (entrada de aire frío por el frontal o parte baja y salida del aire caliente por la parte trasera o superior) para evitar remolinos de aire caliente.

La refrigeración líquida utiliza un bloque que se coloca sobre el procesador, una bomba que mueve el líquido y un radiador donde el calor se disipa con ayuda de ventiladores. Ofrece muy buenas temperaturas y suele ser más silenciosa para cargas altas, pero requiere más cuidado en el montaje y algo de mantenimiento con el paso del tiempo.

Caja o chasis: mucho más que “la torre”

La caja del ordenador es el elemento que aloja y protege todos los componentes internos. Aunque a veces se la ve solo como “la carcasa”, lo cierto es que tiene un papel clave en la refrigeración, el ruido, la facilidad de montaje y la posibilidad de ampliaciones futuras.

Existen diferentes formatos de caja (ATX, micro-ATX, mini-ITX, EATX…) asociados al tamaño de la placa base que admiten. Cuanto más grande es la caja, más espacio ofrece para añadir discos, tarjetas de expansión, ventiladores o radiadores de refrigeración líquida, y más cómodo suele ser trabajar dentro de ella.

Muchas torres modernas incorporan filtros antipolvo, zonas separadas para la fuente de alimentación, ventanas laterales de cristal y sistemas de gestión de cables. La estética (RGB, tiras de luz, ventiladores iluminados) es puramente opcional y, aunque no afecta al rendimiento, sí puede encarecer el conjunto.

Componentes internos adicionales y tarjetas de expansión

Una vez cubiertos los elementos básicos, la placa base permite añadir tarjetas de expansión para ampliar capacidades concretas mediante ranuras PCI Express u otros conectores.

Tarjeta de sonido

En casi todos los PCs actuales, el audio básico viene integrado en la propia placa base mediante un chip de sonido. Este componente se encarga de convertir la información digital en señales analógicas que puedan reproducirse por altavoces o auriculares, y también de digitalizar el sonido que entra por un micrófono u otras fuentes.

Para la mayoría de usuarios, el sonido integrado es suficiente, pero quienes buscan mayor calidad, sistemas de sonido envolvente avanzados o usos profesionales (estudios de grabación, producción musical) pueden recurrir a tarjetas de sonido dedicadas internas o interfaces externas con mejores conversores y menos ruido.

Tarjeta de red y otras opciones de conectividad

La conexión a red también suele venir integrada en la placa, normalmente en forma de controlador Ethernet con conector RJ‑45 para cables de red. En portátiles y muchos sobremesas modernos se incluye además un módulo Wi‑Fi y Bluetooth.

Si el equipo no dispone de Wi‑Fi y lo necesitas, puedes añadir una tarjeta de red PCIe o un sencillo adaptador USB compatible con los estándares inalámbricos actuales. De igual forma, hay tarjetas que añaden puertos USB-C adicionales, o incluso más líneas PCIe para montar varias unidades NVMe M.2.

Capturadoras de vídeo, sintonizadoras de TV y otros extras

El ecosistema de tarjetas PCIe es muy amplio. Hay tarjetas capturadoras que permiten recibir vídeo desde otra consola, PC o dispositivo para grabarlo o emitirlo en directo en plataformas como Twitch o YouTube.

También existen tarjetas sintonizadoras de televisión digital que, conectadas a una antena, permiten ver y grabar canales de TDT directamente en el ordenador, algo útil en lugares donde la conexión a Internet es limitada.

Periféricos: todo lo que rodea al ordenador

Los periféricos son los dispositivos que permiten a la computadora comunicarse con el exterior, ya sea recibiendo información o mostrándola. Aunque muchos se consideran accesorios, sin algunos de ellos el uso normal del PC sería imposible.

Periféricos de entrada

Un periférico de entrada es aquel que sirve para introducir datos, órdenes o señales en el sistema. El ejemplo clásico es el teclado, que permite escribir texto y controlar atajos de funciones.

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El ratón es otro dispositivo fundamental: permite mover un cursor en pantalla, seleccionar elementos y ejecutar acciones mediante clics. En portátiles se suele sustituir por un panel táctil (touchpad), aunque siempre se puede conectar un ratón externo si resulta más cómodo.

Además de estos, hay muchos otros dispositivos de entrada: escáneres, lectores de códigos de barras y QR, cámaras web y cámaras digitales, micrófonos, sensores de huella digital, etc. Todos ellos captan información del entorno y la transforman en datos que el ordenador puede procesar.

Periféricos de salida

Los periféricos de salida realizan la función opuesta: mostrar al usuario el resultado del procesamiento del ordenador. El monitor es el más evidente, encargado de representar gráficamente todo lo que ocurre en el sistema.

Las impresoras convierten documentos digitales en copias físicas sobre papel, mientras que los altavoces y auriculares transforman las señales eléctricas de audio en sonido. También hay dispositivos de salida más especializados, como los visualizadores industriales, paneles LED informativos o proyectores de vídeo para grandes superficies.

Algunos periféricos combinan funciones de salida con objetivos más específicos, como las impresoras braille o las impresoras 3D, que materializan información digital en objetos físicos con fines educativos, industriales o médicos.

Periféricos mixtos o de entrada/salida

Un mismo dispositivo puede servir tanto para recibir como para enviar datos. En ese caso hablamos de periféricos mixtos o de entrada/salida. El ejemplo más claro es cualquier unidad de almacenamiento extraíble: discos externos, memorias USB, tarjetas SD, SSD portátiles, etc.

En ellos se leen datos (entrada hacia el sistema) y se escriben nuevos archivos (salida del sistema hacia el dispositivo). Algo similar ocurre con las tarjetas de red, los módems o las tarjetas de captura de vídeo, que manejan información en ambas direcciones.

Las pantallas táctiles combinan perfectamente estas dos funciones, ya que muestran la interfaz al usuario y, al mismo tiempo, detectan toques y gestos que se interpretan como órdenes de entrada, sustituyendo al ratón y, en parte, al teclado.

Periféricos de comunicación

Dentro de los periféricos mixtos tiene sentido separar una categoría específica: los periféricos de comunicación. Su función principal es conectar el ordenador con otros equipos o redes. Aquí entran las tarjetas de red, los puntos de acceso Wi‑Fi, los switches, los routers, los módems y todo tipo de adaptadores inalámbricos (Bluetooth, infrarrojos, Wi‑Fi de diferentes estándares).

Estos dispositivos permiten compartir archivos, acceder a Internet, imprimir en red o sincronizar varios sistemas para trabajar de forma conjunta. En entornos profesionales, la correcta configuración de estos elementos es tan crítica como la de la propia CPU o la RAM.

Equilibrio entre componentes, consumo y rendimiento

Entender las piezas individuales está bien, pero lo que realmente marca la diferencia es el equilibrio entre todos los componentes. De poco sirve una gráfica de gama alta si la CPU no es capaz de alimentarla de datos, o un procesador muy potente con apenas memoria RAM.

Al montar o actualizar un PC conviene fijarse en varias cosas: compatibilidad física (formatos de placa, tipo de memorias, espacio en la caja), compatibilidad lógica (soporte de bios y chipsets para ciertos procesadores o SSD) y consumo eléctrico total del equipo. Una fuente de alimentación infradimensionada puede provocar apagones, inestabilidad e incluso averías.

Para estimar la potencia necesaria se puede recurrir a calculadoras de consumo de PSU o sumar manualmente los TDP aproximados de procesador, tarjeta gráfica y resto de elementos. Lo recomendable es dejar margen extra y tener en cuenta que cosas como el overclocking o la iluminación RGB incrementan ligeramente el consumo.

Cuidar la refrigeración también forma parte de este equilibrio. Un montaje con buen flujo de aire y componentes que trabajen dentro de su rango térmico ideal rendirá mejor, será más silencioso y tendrá una vida útil mayor que otro mal ventilado aunque lleve piezas teóricamente más potentes. Si detectas desacople entre piezas, revisa posibles cuellos de botella en el PC.

Todos estos elementos —desde la CPU y la placa base hasta el último periférico— forman un ecosistema en el que cada parte aporta su granito de arena. Cuando eliges bien los componentes, respetas las compatibilidades y dimensionas correctamente la alimentación y la refrigeración, obtienes un ordenador estable, rápido y preparado tanto para el trabajo del día a día como para afrontar nuevas tareas y ampliaciones sin sobresaltos.

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